A veces la vida nos pone a prueba de diferentes maneras, pero las más difíciles son las que nos llevan a nuevos caminos para un futuro mejor. Una enfermedad es dolor, sufrimiento, pero para Anila se convirtió en una lucha que la llevó a descubrir su pasión por la natación en aguas abiertas.
Anila Rindlisbacher es una mujer de 52 años que nació en Monte Caseros, una ciudad ubicada al sureste de la provincia de Corrientes. Ella es licenciada en Marketing y se recibió en Rosario, pero por razones de trabajo de su esposo está viviendo actualmente en Buenos Aires, en donde cree que se va a quedar porque le gusta mucho la ciudad.
La correntina contó a Vía País que a los 23 años creó una empresa de marketing promocional con su hermano y después de 13 años comenzó a tener un problema respiratorio que no sabía de dónde venía, por lo que quedó en cama con internación domiciliaria durante seis años. “No me podían diagnosticar, era muy difícil y sentía una incertidumbre total”, expresó.
Los síntomas que aparecieron fueron broncoespasmos, laringoespasmos que no le permitían hablar ni comer, por lo que sólo consumió líquido durante seis años e hizo que bajara de peso. Después de varios estudios médicos, la doctora Liliana Bezrodnikle le dijo que tenía Inmunodeficiencia Primaria (IDP). Estuvo tres años en tratamiento, pero a los seis meses del diagnóstico decidió cerrar su empresa de marketing porque “era imposible seguir adelante con la enfermedad”.
Cada vez que pasaban los días, la situación empeoraba, pero cuando “más o menos” sentía un poco de alivio, Anila se refugió en la lectura y escritura. “Llegué a leer un libro por semana, en un mes leí cuatro novelas”, contó. “Tengo un blog que se llama ‘Tengo algo que contar’ y publicaba cuentos, de esa forma me entretenía”, agregó.
La natación como una cura al alma
A los 46 años, Rindlisbacher empezó a nadar “de casualidad”, ya que el médico traumatólogo le había dicho que haga yoga, pilates o natación por sus dolores de cintura de tanto sedentarismo.
“Yo elegí natación y a los dos meses de empezar a nadar en pileta ya hice mi primera travesía de aguas abiertas en Entre Ríos sobre el Río Uruguay. Ahí me di cuenta que me resultaba fácil nadar y cuanto más nadaba mejor me sentía”, aseguró la mujer.
La correntina se prepara para nadar en distancias largas, de más de 10 kilómetros. Sus entrenamientos son intensivos, seis días en la semana y algunos son de doble jornada. Ella no compite con los demás, sino que le gusta unir puntos, por ejemplo una ciudad con otra.
“Este año hice Villa Urquiza-Paraná, en el Río Paraná; Concordia- Puerto Yeruá sobre el Río Uruguay, me había preparado para hacer Paso de la Patria, Corrientes sobre el Río Paraná, que no pude viajar en esa fecha que fue el 14 de enero, así que la voy a hacer el año que viene”, detalló.
Para Anila la natación mejoró los síntomas al cien por ciento. “Actualmente, yo no tomo medicación, todo lo combato con la natación porque la enfermedad la tengo, solo que yo combatí con el deporte, es decir, la natación es lo que todos los días mejora mi calidad de vida”, manifestó.
Su encuentro con Marcelo Tinelli: el conductor que la hizo reír durante las noches que estuvo internada en su casa
Cuando Anila estuvo en cama sin saber qué enfermedad tenía, Marcelo Tinelli fue uno de los conductores de la televisión argentina que la hizo dejar de pensar un momento en ese dolor y le contagiaba un poco de alegría a través de la pantalla.
“Marcelo me divertía muchísimo porque los programas al principio eran más de humor. Yo esperaba a la noche para ver los programas de él y reirme. Era lo que me hacía ir a dormir con una sonrisa”, relató la correntina.
Al ser consultada sobre Tinelli, la nadadora aseguró que detrás de cámaras “es una de las personas con sencillez y humildad”. Es que, “él es de Bolívar, de un pueblo, igual que yo, entonces no perdió esa sencillez de pueblo y eso es lo que lo hace grande, tiene una humildad de los grandes”, dijo Anila.
En la pandemia, Rindlisbacher fue al ‘Bailando por un sueño’ y conoció a Marcelo. “Fue muy lindo. Cuando apenas arranca el programa, lo primero que dice cuando sale al aire es: ‘¿Dónde está mi amiga Anila?’, y bueno, ahí nos saludamos con la mano y después tuvimos un encuentro para abrazarnos y conversar. Muy cálido, muy amable y muy sencillo”, concluyó.
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