El camino de Marco Di Napoli y la gastronomía comenzó con una botella de vino de un emprendimiento familiar en la ciudad de Marcos Juárez. El recorrido siguió por siete países y llevó al chef cordobés a presenciar la final del Mundial entre Argentina y Francia, gracias a su trabajo.
En diálogo con Vía Córdoba, el cocinero de 33 años recordó sus inicios en el mundo culinario cuando su padre abrió una vinoteca y empezó a ayudarlo con horas extra después de la escuela y en las vacaciones. “A partir de ahí, investigué combinaciones, maridajes y un mundo muy amplio”, indicó.
Esa inmersión despertó el sueño de ser cocinero profesional y viajar por todo el mundo, pero para lograrlo tenía que aprender lo básico. “Estudié gastronomía en IGA y automáticamente con una pasantía rentada fui a Francia”, indicó.
El nacido en el interior de Córdoba pasó sus primeros meses en Europa en la región de Lyon e hizo una temporada en los Alpes. “Fue una sensación inexplicable llena de emociones porque todo comenzó como un deseo y terminó con un sueño hecho realidad”, detalló.
En tanto, expresó haberse sentido confundido y perdido al no saber manejar el idioma; pero al mismo tiempo feliz y eufórico por la oportunidad que se le presentó. “Al principio, la parte comunicativa es difícil como la misma soledad”, dijo.
Sin embargo, rescató que uno aprende gracias a los errores e imprevistos que te despiertan para las futuras aventuras. Sobre el país galo, aseguró que cuenta con un “patrimonio arquitectónico hermoso”.
De sarten en sarten, por Europa
Luego de su paso en el territorio francés, el segundo destino fue un catering de Italia. Allí, tramitó los papeles correspondientes para terminar de legalizar la estadía en el viejo continente y se sintió parcialmente en casa por los orígenes familiares.
“Las raíces y las costumbres las terminas de comprender cuando estás ahí: los modismos, las formas de expresarse”, detalló sobre sus comodidad en el país reconocido por las pizzas y las pastas. “Me sentí en casa y no al mismo tiempo, era una sensación ambigua”, ponderó.
Volviendo a lo laboral, el cordobés poco a poco empezó a ganar protagonismo con la cocina cuando le designaron tareas como montar platos. “No era un cargo alto, pero interactuas con las tareas básicas de la producción de comida”, explicó.
En ese marco, tuvo la posibilidad de cocinar en palacios, monasterios, casas de nobles y lugares “sacados de cuentos de hadas” donde “todos estaban vestidos de época”. “Carruajes, pelucas, parecía de película”, enfatizó.
La antigüedad y el modernismo de Inglaterra
Finalizada la temporada, el tercer destino del aventurero fue una de las capitales mundiales de la gastronomía, Inglaterra. “Fue una locura porque las oportunidades y los contrastes son impresionantes. Fueron siete meses donde estuve en los lugares más nuevos y empresariales y los icónicos rincones de Londres”, aseveró.
España, el segundo hogar
Otros seis meses de trabajo se terminaron y Barcelona fue el cuarto lugar en la ruta de viaje del hombre nacido en Marcos Juárez. Durante tres años, trabajó en hoteles, restaurantes con estrellas Michelin y hubo “un amor catalán” de por medio.
En paralelo, conoció a personas que hacían las mismas tareas, pero cada una tenía distintas especificaciones que dimensionaron la importancia de los detalles. “España se convirtió en mi segundo hogar”, se sinceró.
El condimento que nadie esperaba: coronavirus
El coronavirus llegó al mundo, nadie estuvo exento a la pandemia y al cocinero lo encontró “mal parado” y fuera de su zona de confort. ”Me agarró viajando como mochilero, volví a Argentina y ayudé en un bar que abrieron mi padre y mi hermana”, recordó.
El cocinero nómade estuvo 10 meses en tierras nacionales donde puso en práctica los aprendizajes teóricos y prácticos adquiridos a lo largo del viaje, que todavía no terminaba. Es que, recaló a las Islas Canarias y estuvo en un hotel ya que el fuerte del archipiélago es el turismo.
En esa instancia, le llegó una nueva oferta de la empresa que lo había contratado en Francia, Zuma, para saber si le interesaba probar suerte en la “paradisíaca” isla de Mykonos, Grecia, donde la gente “gastaba mucho dinero”.
En el archipiélago del mar Egeo, se desempeñó en un restaurante donde hacían 1.000 cubiertos por día y había 100 cocineros en la planilla de trabajo. “Fueron cinco meses donde veías lugares muy bonitos, pero extremadamente caro”, detalló.
Qatar, el destino final, por ahora
En octubre de 2022, el hombre tuvo la fortuna de llegar a Qatar para trabajar para un restaurante en el medio de una Copa del Mundo. “El primer mes fue un caos por toda la fiebre futbolística que había en la región”, recordó entre risas.
Principalmente, le cocinó a figuras de todo el mundo pero más que nada a directivos y jugadores del mundo del fútbol. Entre ellas, Tierry Henry, José Mourinho y hasta se sacó una foto con Mauricio Pochettino.
En tanto, destacó que también preparó platillos para príncipes y jeques árabes y vio algo muy loco para nosotros: “Llevaban su propio teaster (probador) para probar la comida y ver si tenía que rectificar algún condimento o, veneno”, contó.
La final entre Argentina y Francia
Di Napoli fue uno de los argentinos privilegiados en ver a la Selección Argentina conseguir la tercer estrella el 18 de diciembre en el estadio Lusail. Sobre ese encuentro, aseveró que no recuerda algunas pasajes del partido, sabe que nunca pasó “tantas emociones en una franja de segundos tan corta”.
“La última final de Lionel Messi. seis goles, penales, llantos, saltos, enojos y un montón de cosas por la cabeza”, detalló sobre las sensaciones vividas y reflexiones a lo largo de 120 minutos y una tanda de penales.
Cómo es la vida en Qatar
Con el fervor del multitudinario evento finalizado, Di Napoli puntualizó que Doha es un lugar muy tradicional que conserva el islamismo, pero es una experiencia distinta. “Es una ciudad muy preparada en la infraestructura”.
Respecto a la gastronomía en Medio Oriente, ponderó dos extremos: “Hay lugares extremadamente caros y locales bastante accesibles para lo que uno gana”. Sin embargo, aclaró que no significa ser pobre, sino un monto accesible para la familia.
En tanto, enumeró a las legumbres, los panes y las verduras como los principales alimentos de la dieta de los ciudadanos de Medio Oriente. Además, resalto que el consumo de carne, se destaca el cordero, es moderado en comparación con el del argentino.
Los vínculos de Argentina y las costumbres nuestras
“Extraño lo que la mayoría de los viajeros responde: la familia, los amigos y las reuniones”, reveló. Al mismo tiempo, indicó la presencia de rincones albicelestes en tierras extranjeras, pero “no hay como una comida de tu abuela o un asado con amigos”.
“El sabor que te marca al principio de la infancia es muy difícil de encontrar”, puntualizó. Por otro lado, echa de menos un día tranquilo en el campo y aclaró que a pesar de todos los lugares visitados, su comida inamovible es el asado.
¿Objetivo cumplido?
“Convertí el sueño en objetivo y éste se está haciendo realidad porque a pesar de querer renunciar en algún momento, puedo decir que cumplí la idea de viajar y comer siendo un cocinero”, dijo emocionado sobre su meta alcanzada.
Pero Di Napoli va por más y espera obtener la segunda parte de sus objetivos: “Me gustaría abrir un local y empezar a hacer algo desde las experiencias. La idea es plasmar mis ideas y experiencias en la comida”.
Una reflexión final para los cocineros y cocineras del mundo
Por último, el cocinero de 33 años le dejó un mensaje a sus actuales y futuros compañeros y compañeras que comparten el amor por la cocina. “La profesión requiere de mucha pasión. Nosotros corremos cuando la mayoría de la gente disfruta. Sin pasión ni corazón, abandonas”, concluyó.