“El Cordobazo”, así titulo la revista El Gráfico en su tapa el 3 a 0 de Belgrano sobre Talleres en el estadio Chateau Carreras el 29 de octubre de 1991. El Pirata recién ascendido y el Matador, invicto hasta esa novena fecha y peleando con River por la cima del campeonato.
“Fenómeno que asombra al país. Multitud, 400 mil dólares, goleada de Belgrano a Talleres”, publicó en aquella portada por lo que fue un marco multitudinario. Una revista que más de un hincha del Pirata debe tener guardada aún.
Y una victoria cuyos ecos resonaron aún con el paso de los años. Por los goles de Gustavo Spallina, ese “Tanito” escurridizo y muy efectivo; de Daniel Guillermo Primo y del “Diablo” Roberto Monserrat.
LA GOLEADA DE BELGRANO A TALLERES, DE PRIMERA
Enorme expectativa que como muchas veces, detuvo el pulso de Córdoba. Es que hacía 12 años que Belgrano no jugaban por los puntos y en Primera. El Celeste había ascendido pero su campaña era pobre, con apenas un triunfo, tres empates y tres derrotas. Hasta esa novena fecha...
Enfrente Talleres, que venía con un flaco promedio y se había reforzado con jugadores internacionales y de cartel. Caso Javier Zeoli, arquero de la Selección uruguaya; Catalino Rivarola, de la Selección de Paraguay; Miguel Ángel Ludueña, Osvaldo Coloccini y el talentoso Marcelo Trobbiani.
El técnico era Eduardo Luján Manera, quien en la semana previa al clásico con Belgrano, había declarado que era “un partido más”.
ASÍ VIVIÓ BELGRANO LA GOLEADA A TALLERES
Carlos Ángel Biasutto, exarquero de Boca, Platense y Rosario Central entre otros, era el técnico de Belgrano. “Tenía un plantel joven, pero también grandes referentes. Norberto Fernández era un jugador extraordinario. El paraguayo (Blas) Romero, un talentoso. (Roberto) Monserrat, el futbolista más inteligente que me tocó dirigir. Y (Daniel) Primo tuvo la mala suerte de que lo persiguieran las lesiones, porque era un volante que iba a revolucionar el fútbol, metía como (Reinaldo) Merlo y jugaba como (Miguel) Brindisi”; ponderó en una entrevista con La Voz.
“Sin ánimo de ser vanidoso, me tocó hacer un gol de esos que ya no se ven, salvo en el Barcelona. Nuestra principal motivación era la gente que nos iba a ver. Eso no tiene un valor monetario. Se había generado un ambiente previo muy especial y esa tarde sacamos a relucir todo el potrero que teníamos encima. Fue inolvidable”, graficó el “Tano” Spallina.
“Fue un partido muy especial. Esa semana concentramos en Vaquerías para sacarnos la presión de la barra brava. Y lo jugamos como se juegan los clásicos: por la camiseta, pero con personalidad y concentración. Yo era volante de contención y era rarísimo que pise el área, pero tuve un momento de vehemencia propio de la juventud: rompí líneas y terminé empujando al gol el centro de Blas Romero”; evocó a su turno Primo.
“La expectativa era enorme porque hacía mucho que no se jugaba oficialmente. Entré y, al ratito nomás, me tocó hacer el gol. Encima en el clásico siguiente volvimos a ganar y yo volví a hacer un gol. Nuestro plus era que hacíamos todo a pulmón porque queríamos crecer. Aprendí mucho de jugadores de experiencia como Víctor Heredia”, palabra del “Diablo” Monserrat.
AQUEL GESTO DEL PRESIDENTE DE BELGRANO
Gregorio Raúl Ledesma, el verborrágico y polémico presidente de Belgrano, vivió ese clásico como si lo jugara él mismo. Incluso en los minutos previos, estando en el campo de juego, salió por el lado de los plateistas de Talleres y le hizo una seña con la mano, con tres dedos levantados.
Otra anécdota que quedó de aquel Belgrano-Talleres fue el acto fallido de Marcelo Trobiani, el refuerzo rutilante que había contratado Talleres. Entró en el segundo tiempo y se lesionó a los dos minutos.