El arzobispo cordobés, Ángel Sixto Rossi, dejó un duro mensaje en la convocatoria de al Iglesia para una movilización en contra de la drogadicción y la violencia en Córdoba. En ese marco, la máxima autoridad eclesiástica habló con firmeza sobre la problemática del consumo de drogas en el ámbito local, y cómo generó una escalada de delincuencia.
De la convocatoria participaron los curas que integran la Pastoral Social y el párroco Mariano Oberlin, cuya obra días atrás fue objeto de amenazas y foco de escopetazos en la zona baja de Müller, al sudeste de la ciudad de Córdoba. Y miembros del Comipaz.
También asistió Martín Llaryora, intendente de la ciudad y candidato a gobernador de la provincia; el viceintendente Daniel Passerini, y los ministros provinciales Julián López (Gobierno y Justicia) y Claudio Stampaglia (Seguridad).
“Nos duele y nos llena de impotencia ver a nuestros niños y jóvenes hechos víctimas de la miserabilidad de unos pocos. Nos desespera la deserción de los chicos en el colegio, las aulas despobladas, reemplazadas por una esquina del barrio o un rincón de la placita”, expresó Rossi.
“Rezamos, juntamos las manos, pero después de juntarlas las abrimos para el servicio, para darlas, para meterlas sin miedo de que se ensucien, pero que se ensucien en el barro de nuestra debilidad y no en el fango de la corrupción”, continúo el arzobispo.
Y fue más allá al plantear que si la Iglesia y todos “no meten las manos”, sin importar la misión o la vocación o el sitio al cual se pertenezca, ellos (por los narcotraficantes) seguirán ganando.
!Algunos tienen por supuesto, dada su función, más responsabilidad que otros en esta labor, pero de esta no zafa nadie”, afimó.
LA IGLESIA LE HABLÓ A LOS “NO ESTÁN EN EL LLANO”
El arzobispo repartió responsabilidades. Sin embargo, en su mensaje le habló directamente a quienes no están en el llano. Es decir, a los que manejan los hilos del poder.
“Somos conscientes que hay realidades que los ciudadanos del llano no podemos manejar, que superan nuestras modestas posibilidades: cuestiones de macroeconomías, de alta política, de juego de los poderosos, que ciertamente a la mayoría nos superan, pero que está al alcance de instituciones que sí pueden y deben administrar para el bien común”, expuso.
Al resto, a los que pueden poner en juego su “humanidad”, les pidió “hacer algo bajo la bandera de la solidaridad”. Y añadió: “En todo caso es una misión compartida, estamos todos en la misma barca’, nos lo recordó Francisco. Y es verdad”.
CUESTIONAMIENTO AL REPARTO DE RIQUEZAS
Rossi cuestionó además el “injusto reparto de las riquezas”. Lo relacionó con “un desprecio de culturas no dominantes” y a “un egoísmo que impide que las personas puedan desarrollar todas sus capacidades”.
Lamentó que hay “un aumento del número de descartados a raíz de la pobreza”. Y volvió a hacerse eco de los dichos del Papa: “Nos invita a no contagiarnos con los síntomas de una sociedad enferma, porque busca construirse de espaldas al dolor”.
“Tenemos la obligación cívica, del compromiso con los marginados y sufrientes. Compromiso que debiera ratificarse cada mañana, como un ejercicio practicado en clave de afectos”, concluyó.