En 2023, estudios académicos y reportes institucionales (entre ellos un trabajo de la Universidad Católica de Córdoba y el índice de ciudades inteligentes del Banco Interamericano de Desarrollo) posicionaron a la ciudad de Córdoba en el nivel más alto de “ciudad inteligente” a nivel regional. Es un logro relevante, al menos en términos de indicadores.
Dos años después, bajo una premisa clave, vale revisar esa etiqueta con mayor profundidad: la inteligencia urbana no debería medirse por la cantidad de sensores, cámaras o aplicaciones disponibles, sino por la capacidad real de una ciudad para resolver los problemas cotidianos de sus vecinos. La pregunta vuelve a emerger con fuerza: ¿Córdoba es verdaderamente una ciudad inteligente o simplemente un municipio altamente “tecnologizado”?
Digitalización y desburocratización: un avance concreto
En materia de democratización de la información y reducción del entramado burocrático, Córdoba muestra avances innegables. La implementación de trámites digitales a través de la plataforma Vecino Digital (Vedi), que ya supera los cien trámites habilitados y proyecta incorporar otros doscientos, marca un punto alto en la agenda de modernización del Estado local.
Si bien persisten críticas, especialmente en accesibilidad, usabilidad y cobertura de reclamos, que aún obligan a muchos vecinos a recurrir a canales telefónicos, la autogestión digital se encuentra a la altura de grandes ciudades de la región y responde a lo esperable de una implementación tecnológica bien orientada.
El límite de la tecnología sin impacto
El problema aparece al analizar qué ocurre después del clic. Según los propios datos que surgen de Vedi, la mayor parte de los reclamos digitales recurrentes se concentra en servicios básicos: alumbrado público, semáforos y estado de las calles.
Se trata de problemas esencialmente “analógicos”: baches, luminarias fuera de servicio, semáforos inexistentes, rotos o desincronizados. Pero es precisamente allí donde reside una oportunidad estratégica: usar la tecnología no solo para canalizar reclamos, sino para sistematizar respuestas, automatizar procesos y romper con la percepción creciente de que lo digital agiliza la queja, pero no la solución.
Datos que existen, pero no se usan
Córdoba cuenta con una red de semáforos inteligentes desde hace más de veinte años. Sin embargo, el volumen de datos que generan está prácticamente desaprovechado. Medir caudales de tráfico en tiempo real y aplicar esquemas dinámicos de sincronización semafórica permitiría una circulación más fluida y una reducción concreta de la congestión en arterias clave.
En la misma línea, hoy es técnicamente viable implementar sistemas de monitoreo del estado del pavimento mediante visión computacional y drones, orientados al mantenimiento preventivo en lugar de la reparación reactiva.
Emergencias, salud y tiempo de respuesta
La gestión de emergencias es otro frente donde la inteligencia urbana puede marcar diferencias reales. En 2017, durante una licitación pública para la ciudad sueca de Gotemburgo, participé en el diseño de un sistema de emergencias inteligente que integraba despacho automático de ambulancias, ruteo optimizado, semáforos con prioridad dinámica, conexión directa con el hospital adecuado y notificaciones en tiempo real a familiares.
En 2025, estas tecnologías están aún más maduras, accesibles y probadas. Córdoba no está lejos, ni técnica ni presupuestariamente, de poder implementar soluciones de este tipo si existe una decisión estratégica clara.
Mucho más que aplicaciones y sensores
Recolección de residuos, energía eléctrica, agua, estacionamiento público, transporte urbano basado en demanda real, monitoreo 7x24 con detección automática de anomalías: las posibilidades son amplias y conocidas. Lo que falta no es tecnología, sino integración, priorización y ejecución orientada a resultados.
El punto central no es cuántos sensores hay instalados ni cuántos trámites existen en una aplicación móvil. La pregunta relevante es qué se hace con la información que se recolecta y cómo se acciona a partir de ella.
Hoy Córdoba es la primera ciudad digital del país y la quinta de América Latina según el BID, impulsada por plataformas como Cidi y Vedi, el recambio de luminarias LED y políticas de conectividad pública. Sin embargo, los principales reclamos de los vecinos siguen siendo los mismos, y se suma uno nuevo: la falta de respuesta efectiva a los reclamos digitales.
De ciudad tecnológica a ciudad inteligente
Permitir que un vecino haga un trámite desde su casa en lugar de perder una mañana entre ventanillas es un avance significativo. Resolver ese trámite o reclamo con eficiencia, celeridad y trazabilidad es lo que transforma tecnología en inteligencia.
Hoy Córdoba es una ciudad altamente tecnologizada. Para ser verdaderamente inteligente, debe dejar de contar sensores, LEDs o trámites habilitados y empezar a contar algo mucho más relevante: vecinos satisfechos con soluciones concretas a problemas reales que la tecnología promete, pero aún no termina de entregar.
*Director de operaciones de de Xionico, especialista en inteligencia artificial y smart cities.

































