Juan Pablo Rodríguez es conocido en Córdoba por sus acciones solidarias. Lo que empezó como un intercambio de tatuajes por juguetes para donar, se fue haciendo cada vez más grande. En la actualidad, lleva adelante un sinfín de actos solidarios con su fundación Un Tatuaje por Una Sonrisa.
Muchas de estas acciones desinteresadas tienen que ver con personajes que se cruza por las calles de Córdoba, a los cuales decide darles una mano. Este es el caso de uno de los últimos videos que subió a sus redes sociales, al cual tituló como “Miren como con tan poquito, se puede hacer un montón”.
EL GESTO DE JUAN CON UN VIOLINISTA QUE CAUSÓ EMOCIÓN
En el video, se lo ve a Juan acompañado de un joven en una vereda del centro de la capital cordobesa. Pero, su historia no empieza allí. “Venía de arreglar una máquina de la panadería social de la Fundación. En la esquina de Alvear y Catamarca”, comienza el escrito que posteó en las redes sociales junto al video.
“Un pibito desprolijo con un violín se para en el medio de la senda peatonal e intenta empezar a tocar por una moneda. Ni bien hace la primera nota, una cuerda arisca salta”, continuó. A pesar de esto, según lo contado por Juan, el joven intentó seguir tocando pero no pudo.
“Su mirada estaba en la cuerda que yacía en el piso. Se agachó, levantó la cuerda, pasó por delante de mi auto, alguien le dio unos pesos”, escribió. En ese momento le comentó al muchacho que iba a tener que comprar otra cuerda, a lo que le respondió: “Sí, ya voy a ver cuánto sale acá, en la Colón”.
“CON TAN POCO, PODEMOS HACER FELIZ A ALGUIEN”
Ante lo sucedido, la inquietud solidaria de Juan lo llevó a acercarse a una casa de música de la zona céntrica para comprarle una cuerda nueva al joven. Juan le pidió a su esposa que registrara el momento en el que se acerca al chico para darle el regalo.
“Una bonita acción con casi nada. En mi mano, atrás, tengo la cuerda que le falta. Se la regalo. Su cara y las lágrimas en los ojos lo dicen todo”, cronicó en el video el cordobés. Acto siguiente, el joven violinista arregló ahí mismo su instrumento y le agradece a Juan por el gran gesto.
“No sé su nombre. Vive en Villa Siburu, aprendió solito tocando de oído y se gana la vida en el semáforo de Alvear y Catamarca”, continuó. “Está feliz y yo atorado con un nudo en la garganta”, cerró.