Por Gonzalo Toledo.
Tras nueve años en México, Sol Pereyra se instaló en Buenos Aires, para hacer base y desde allí salir a recorrer la Argentina. “Feliz” con su nuevo disco, Prendete, Sol hizo un paso rasante por Córdoba y pudimos conversar con ella.
-Estoy volviendo para una temporada de varios meses, pero en Buenos Aires.
-¿A laburar?
-A laburar porque quiero hacer la Argentina completita. Me gusta mucho viajar y me falta mucho para recorrer así que me vengo, por lo menos, siete meses. Aunque voy a tener algunas idas a México, en el medio.
-No podés descuidar allá.
-No. Pero la base la voy a hacer en Buenos Aires.
-¿Cómo viviste todo ese tiempo que estuviste en México?
-Me sentí muy integrada, demasiado.
-¿Te valoraron más, allá? No es que acá no te valoraran.
-Lo que me pasó es que después de Los Cocineros, cuando empecé a hacer mi laburo como solista el proyecto se armó en México. Fueron nueve años de hacer un trabajito de hormiga, todo el tiempo en México. Y acá venía todos los años para no descuidar este terreno, pero parecía como una artista mejicana viniendo a la Argentina. Pero yo estaba haciendo más trabajo allá que acá, sosteniendo ese trabajo. Y ahora ya tenía un deseo fuerte de venir a hacer ese trabajo acá.
-¿Se extrañaba?
-Sí, sí extraño muchas cosas. Son dos países muy bonitos, pero complementarios. No los siento tan parecidos: lo que tiene uno no lo tiene el otro y eso te hace estar partido al medio, con una sensación de que hay algo que falta.
-Hay una lengua en común, pero es otra cultura.
-Absolutamente. La identidad latinoamericana me encanta en general, siempre viajé mucho. Como mochilera, antes, y luego fue con la música y el teatro. México es más mi casa, como Córdoba, son mis dos puntos más fuertes aunque hay muchos lugares que me gustan.
-¿Vivís en DF?
-Sí.
-¿Estuviste en el terremoto?
-Sí y me pegué un cagazo importante. Después me enteré de las dimensiones porque en mi casa no pasó nada grave directo, pero sí hubo pérdidas de casas cercanas. Fue más bien ponerse a ayudar a los que estaban mucho peor. En mi barrio estuvo jodido, la Narvarte es una de las colonias más afectadas, a dos cuadras de mi casa se cayó un edificio.
-¿Estás en un piso alto?
-Estoy en tercer piso, pero me agarró en la calle, así que zafé de que me agarre arriba. Cuando llegué arriba fui corriendo porque había dejado mi perro, Pocho. Y estaba bien, se habían caído unas macetas, unos frascos...
-¿Y el Pocho, cómo estaba?
-Llegué 20 minutos después de que había pasado el temblor y él estaba ahí, como si nada. No sé cómo habrá reaccionado ¡no me quiso decir!
Pocho, en Buenos Aires. Pocho se vino con Sol, en el mismo avión y su traslado no fue un tema sencillo, pero ya está levantando la pata en arbolitos porteños. La aventura de viajar con el perro y el tramiterío que demandó no fueron molestia para Sol, pero cuenta que dejó más de una anécdota, sobre todo al llegar a destino, ya que los papeles del Pocho se perdieron cuando hizo trasbordo en Panamá. Así, el reingreso al país se demoró, hubo trámites y alguna que otra multa que pagar, pero Pocho y su dueña ya se instalaron en la Reina del Plata.