Tomemos como ejemplo a la tradicional raza Frisona Inglesa y, también, productora de leche, que se llamaba doble propósito, y los machos eran terminados para ser vendidos para carne. Cuando la raza Holstein (nuestra Holando Argentino) reemplazó a la Frisona en la década de los 1980, los terneros Holstein no tenían demanda y los productores comenzaron a inseminar las hembras más pobres de su hato con Charoláis, Belga Azul y otras razas continentales de carne. Esta cruza producía terneros muy pesados que crecían muy rápido, obteniendo así precios elevados. Los engordadores compraban estos terneros para terminarlos en sistemas intensivos con lo que obtenían un buen retorno en la inversión.
Hoy en día, esta práctica es conocida a escala mundial. El porcentaje de carne que proviene de los hatos lecheros es diferente, dependiendo de los países. Por ejemplo, en Nueva Zelanda es del 50%, en Argentina se estima entre un 15% y 20% y en Estados Unidos, oscila entre el 20% al 25%. En el caso del país norteamericano, el promedio de vida productiva de las vacas lecheras es de 2.5 lactancias. El descarte se debe a la posibilidad de remplazarlas por vaquillonas con más alta producción.
En los Estados Unidos, también, entre el 90% y el 95% de las hembras lecheras son inseminadas artificialmente y el uso del semen sexado se ha convertido en una herramienta común para los productores de leche por lo cual baja la cantidad de crías macho. Sumado a este panorama mundial, se estima que el 65% del hato inglés es inseminado con semen de razas lecheras, mientras que el 35% recibe semen de razas de carne; no obstante, estos porcentajes están cambiando con la masificación del uso del semen sexado.
Tomando como ejemplo las cruzas con la raza Angus y el vigor híbrido, se observa que crecen más rápido, con una conformación que termina en canales de mayor rendimiento y con carne de más alta calidad. Por esta razón, cada vez más productores usan semen sexado en las vaquillonas y en las mejores vacas para acelerar el progreso genético, junto con semen de toros de carne en el resto del rodeo, para producir terneros para carne.
La otra opción disponible en el mercado es el uso de embriones de razas de carne en los animales de más bajo mérito genético e inseminar con sexado y/o semen convencional las hembras más jóvenes y con más alto mérito genético. De esta manera, el rodeo sigue mejorando genéticamente. No obstante, el desafío para los productores interesados en esta práctica es la mejora en la producción de carne de calidad, de una manera más eficiente y sin perder el foco de selección genética lechera. Los objetivos del rodeo lechero deben seguir siendo la prioridad.
Es necesario, por lo tanto, aprovechar todos los vientres de la manera más eficiente y rentable, combinando así la producción lechera con el negocio de la carne dentro de las variables que hagan al modelo lo más viable económicamente posible.