Antes de hablar con Vía País, se prepara un té para calentar la garganta. Esos son los detalles que llevaron a Diana Zurco a ser la primera locutora trans de la Argentina, un título que defiende cada vez que hace lucir su voz frente a los micrófonos de Radio Ciudad, donde trabaja desde 2015 en el informativo y participando en los programas "Cosas que pasan" y en "Massaccesi que nunca". Pero este presente que vive Diana tiene un camino plagado de piedras.
Su amor por la locución comenzó a los 12 años cuando le regaló una grabadora a su mamá por su cumpleaños. Para saludarla, quiso junto a sus hermanos grabarle un mensaje y sintió una conexión especial. Desde entonces, comenzó a jugar a que hacía programas de radio e imitaba voces. Ella disfrutaba en su casa, lo que no podía en el colegio por la discriminación que sufría.
Sus compañeros le hacían bullying por su condición, aunque también se sorprendían por la facilidad con la que Diana hacía la voz de una mujer a la perfección. Debido a que, en ese momento, en su colegio no le permitían tener el pelo largo, Diana optó por culminar sus estudios en otro establecimiento educativo.
Pese a su amor por la locución, recién a los 32 años ingresaría al ISER para terminar recibiéndose en 2014. ¿Los motivos? "Tardé tanto en decidir estudiar en el ISER por miedo al rechazo. Además, la Argentina en la década del 90 no era la misma que ahora, donde hay una mentalidad más abierta".
Lo cierto es que mientras vencía sus demonios internos, tuvo que trabajar y se inclinó por la peluquería, donde vivió situaciones de discriminación. “Lo que más me llamó la atención fue que dos compañeras trans me decían que no podía trabajar como recepcionista, que para nosotras era imposible estar en un trabajo como ese. Al enterarse mi jefe, me ofreció el cargo inmediatamente”, explicó Diana.
Luego de tantos años entre tijeras y secadores de pelo, Diana se cansó y tuvo un episodio que le cambió la vida. Al no tener trabajo, se fue a vivir a la casa de sus padres ubicada en la localidad bonaerense de Hurlingam y escuchó a un obrero de la zona preguntando si allí vendían comida. Entonces, a Diana se le prendió la lamparita y comenzó a cocinar empanadas y a hacer sándwiches de milanesa, lo que le terminó de dar el empujoncito económico para estudiar locución.
“Aunque no lo creas, los sándwiches de milanesa me pagaron el ISER. Parece increíble. Eso demuestra que cuando hay ganas y voluntad, todo se puede”, cuenta emocionada.
Además, cuenta una anécdota con el periodista Franco Torchia, quien ya la conocía por su tarea como locutora: "Me invitó al programa que conduce en Radio Ciudad y pidió al aire que me den trabajo por ser trans y por ser talentosa". Como por arte de magia, días más tarde, fue invitada al canal de la Ciudad para participar de un programa y una directiva de la radio le contó que estaban buscando una voz femenina para locución comercial, ella no lo dudó, se presentó y quedó.
Sobre su lucha como parte de la comunidad trans, Diana se considera una activista. “No todas tienen que estar sumidas a la prostitución, eso es una deuda. Muchas son personas que se criaron en la violencia y sus historias las llevan a trabajar en la calle y no de lo que quieren”.
"Hay que luchar por lo que una quiere ser y no estar sometidos a lo que imponga la sociedad como sistema", concluyó.