El flamante ministro Martín Guzmán tiene por delante la difícil tarea de reactivar la economía en Argentina, mientras renegocia la deuda que el país mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El funcionario está trabajando en el tema, pero en el camino tendrá varios obstáculos.
Guzmán mantuvo un encuentro con Kristalina Georgieva, presidenta del FMI. Allí, según reveló Clarín, el economista de 37 años aseguró que el programa de la gestión anterior "estuvo condenado al fracaso desde el inicio. Aumentó el endeudamiento y profundizó la recesión". La doctora lo reconoció.
Kristalina, por su parte, defendió al organismo internacional, planteó que la Argentina incumplió el programa y habló de la deuda impaga que acumula con Washington. También dijo que el FMI no iba a hacer más desembolsos hasta tanto el Gobierno tuviera un plan macroeconómico integral.
Pero Guzmán se adelantó y le afirmó también que "Argentina no va a pedir el desembolso pendiente de los 11.000 millones de dólares". La maniobra tiene una explicación: "Ese dinero en lugar de mejorar, va a empeorar las cosas en la Argentina". El planteo central del ministro fue que "es imposible pagar si Argentina no crece".
Guzmán transmitió al FMI que aún no tiene armado un plan de renegociación integral de la deuda externa argentina. Es que primero debe definir cuál será la senda de equilibrio fiscal y de crecimiento que necesita el país para salir de la depresión, y "después ver cuál es el excedente que tendrá Argentina para abonar la deuda".
El jefe de Economía pretende que el plan de refinanciación surja de una "negociación constructiva", de un acuerdo previo con los bonistas. Así se lo transmitió en privado a su equipo, informó Clarín.
Pero esta negociación externa estará complicada por la real incapacidad de pago de la Argentina y por la poca credibilidad en los centros financieros que tiene la Casa Rosada. Otro factor que juega en contra es la interna en el FMI: los "burócratas" quieren normalizar las cosas; pero los directores europeos están furiosos con la Argentina y piden recetas ultra-ortodoxas.
El tercer factor es la fuerte pelea entre acreedores. El Fondo quiere que los bonistas paguen el costo del "riesgo moral" de prestarle y sacar suculentas ganancias en Argentina. En Wall Street aseguran que invirtieron en bonos confiados por las auditorías del FMI.