Fueron 55 minutos de un diálogo respetuoso pero intenso. Hernán Lacunza, el hombre de Mauricio Macri para capear la tormenta, y dos economistas de Alberto Fernández intercambiaron opiniones muy diferentes sobre la crisis, pero acordaron aportar al encarrilamiento de la situación.
Macri y Lacunza tienen hoy en sus manos el control del Estado. Pero el albertismo sabe que un comentario erróneo puede afectar las variables. Por ello, se acordó que mientras el Gobierno intentará morigerar la especulación, los opositores bajarán el tono de sus críticas y sobre todo cuidarán el modo y las propuestas de campaña sobre cambios bruscos para la macroeconomía.
Por el contrario, los opositores le pidieron al ministro que en campaña el macrismo deje de decir que el Frente de Todos no honrará los compromisos y que la Argentina irá rumbo a "ser Venezuela", porque eso tampoco ayuda. "Proponemos un modelo alternativo que priorice la estabilidad de precios y la recuperación del crecimiento y del empleo", afirmaron.
Las voces eran de Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen, dos de los cinco economistas que asesoran a Fernández. Habían sido convocados por el ministro por orden de Presidente. De entrada mostraron temperatura: "No tenemos ninguna expectativa". Arriba los recibieron Lacunza y Sebastián Katz, secretario de Política Económica.
Las diferencias de visión sobre las causas de la crisis eran irreconciliables con Nicolás Dujovne. Con Lacunza como interlocutor, primó la racionalidad. Abrieron con el tema caliente: el dólar. El funcionario reconoció errores, les explicó que el Banco Central intervendrá en el mercado y no convalidará shocks especulativos.
Todesca y Nielsen expresaron su preocupación porque las reservas del Banco Central cayeron en 9.000 millones de dólares desde el último desembolso del Fondo, dos meses atrás. Lacunza contestó que se han saldado compromisos, como el préstamo de bancos internacionales que había contraído Luis Caputo en 2017, por 2.615 millones de dólares.
El segundo tema en importancia, comentaron a este medio fuentes oficiales y del albertismo, fue el de la deuda con el FMI. Hubo consenso en ambas partes sobre que el organismo depositará los 6.400 millones de dólares previstos hasta diciembre porque aprobará la revisión del tercer trimestre dado que el déficit primario está en caja.
Todesca y Nielsen le sugirieron a Lacunza que, en la próxima misión del Fondo, el Gobierno comience a preparar el terreno para que, si cambia el Gobierno, una nueva gestión vaya a Washington a renegociar. El albertismo quiere extender los plazos: al menos un año más de gracia para que el país comience a pagar. La primera cuota está prevista para junio de 2022.
Los opositores agregaron que Macri ha incumplido los cuatro objetivos del acuerdo: trayectoria decreciente de la deuda, reducción de la inflación, recuperación del crecimiento y generación de empleo. “Resulta particularmente preocupante la pasividad del organismo frente a la caída de las reservas y los mencionados incumplimientos”, se quejaron.
Lacunza expresó una idea diferente: cree que no hará falta renegociar con el FMI. El Gobierno considera que en 2020 el país tendrá una economía con equilibrio fiscal primario, subsidios casi en cero y vencimientos de deuda financiables por medio de la renovación de títulos a cambio de un par de puntos más de tasa.
Fernández, quien ganó por 15 puntos las elecciones primarias y quedó en condiciones de triunfar en octubre, no quiere que Macri renegocie con el Fondo. Solo pretende que el Presidente le allane el camino por su buena relación con el organismo. Su intención es que sea Nielsen quien vaya a discutir las condiciones en marzo.
Todesca y Nielsen también pasaron la factura de los gobernadores opositores. Le dijeron a Lacunza que Dujovne y Macri habían afectado la coparticipación y tomado medidas que impactan en el sector petrolero. En el albertismo consideran que una chispa puede generar romper la paz social.