El sector frutícola de Río Negro, en los últimos años, se incursionó en lo que es la inteligencia artificial. De esta manera, gracias a los grandes avances que se dieron, la recolección de peras y manzanas podría quedar en manos de drones.
Se trata de robots autónomos voladores (FAR). Los mismos despegan de una estación base, recogen únicamente la fruta que está ya madura del árbol y luego la bajan con cuidado para colocarla en los cestos que las almacenan, los cuales después se dirigen al galón de empaque.
Estos drones fueron creados por una compañía israelí. Según informaron desde el sitio Más Producción, el proyecto está desde 2022 en constante avance, con cada vez más pruebas, para aplicarlo en agricultura a escala, lo que le permitirá a los países -en un futuro no muy lejano- mejorar su economía.
Incluso, pretenden que los FAR puedan podar las hojas muertas o innecesarias, y también rociar pesticidas. Estos robots se controlan mediante una aplicación en un dispositivo móvil, que analiza los datos recogidos para los agricultores.
Los beneficios de aplicar los drones en el sector frutícola
Esto ya se ha implementado en Chile, por ejemplo, teniendo resultados positivos. Pero, ¿cómo ayuda esto económicamente? La fruta que se pudre en los árboles o en el suelo le cuesta -aproximadamente- unos 30.000 millones de dólares en ventas al año a los productores.
Además, denuncian que hay una escasez mundial de mano de obra para la recolección de fruta. Ambos problemas, por lo tanto, se resolverían al aplicar estos drones especiales y autónomos en las tareas agrícolas.
En la región del Valle de Río Negro e incluso Neuquén, para la cosecha de frutas, participan por año un poco más de 20.000 trabajadores en el campo. Muchos de ellos arriban desde otras provincias. Todavía queda por analizar los costos y beneficios, y el impacto social esto puede llegar a tener en la región.