Argentina ya tiene su primera santa. Tras la aprobación del Papa Francisco de un milagro atribuido a la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, se va a convertir en santa con una ceremonia que se celebrará a inicios del año que viene.
Por medio de un comunicado, el Vaticano aprobó este martes un milagro atribuido a la intercesión de Mama Antula. De esta forma, se determinó la canonización de la beata que se va a realizar en la Plaza San Pedro.
El decreto detalla: “Durante la audiencia concedida el martes por la tarde a Su Eminencia el Reverendísimo Sr. Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice ha autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión de la Beata María Antonia de San José Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silípica, en Santiago del Estero (Argentina) fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires (Argentina)”.
El día de hoy, la Agencia Informativa Católica de Argentina (AICA) destacó que “en los albores de la Patria -cuando aún el territorio formaba parte del virreinato del Perú- una mujer laica, vestida con ropa de varón (un hábito jesuita), puso en valor la dignidad femenina, en épocas en las que las mujeres vivían para ser madres o para ser monjas, no leían ni escribían y les estaba vedada toda actuación social independiente respecto de un hombre”.
“La futura santa desafió así las convenciones de la sociedad colonial y tuvo una influencia crucial y postrera en el clima independentista de mayo de 1810″, agregó el mensaje de la agencia católica.
¿Cómo fue el camino que consagró santa a Mama Antula?
En 2016, Mama Antula había sido beatificada en Santiago del Estero luego de que el Papa le atribuyera un milagro de sanación en 1904 de una religiosa llamada Rosa Vanina, perteneciente al Instituto de las Hijas del Divino Salvador. De acuerdo a la documentación, Vanina padeció una colecistitis aguda, con síntomas de shock séptico que, en aquella época que no había medicamentos, era mortal. Sin embargo, Vanina se recuperó y el Vaticano determinó que se trató de un milagro.
“María Antonia era conocida en la iglesia por su extraordinaria labor, el carisma de nuestra beata consistía en arrancar el mal del corazón del hombre y plantar la semilla del bien, fue una incansable misionera, mediante la práctica de los ejercicios espirituales”, había declarado, en ese momento, el cardenal Angelo Amato.
Por otro lado, en 2010, Benedicto XVI la consideró “venerable” al reconocer que “practicó las virtudes cristianas en grado heroico”. Mientras que cuatro años después, la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, había declarado la tumba de Mama Antula como Sepulcro Histórico Nacional.
¿Quién fue Mama Antula?
La beata nació en 1730, en Silipica, y fundó Buenos Aires de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales. A los 69 años fallece y sus restos fueron enterrados en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, de la ciudad de Buenos Aires.
Según se describe en su biografía, a los 15 años se definió como “la mujer más rebelde de su tiempo” y le avisó a su papá de que no se iba a casar y que no sería monja. Desde que era joven, Mama Antula colaboró con los jesuitas promoviendo la palabra del fundador de esa orden religiosa, San Ignacio de Loyola.
“Recorrió a pie casi 5.000 kilómetros por el virreinato del Perú -a lo largo del territorio de las actuales provincias de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba- y, cuando Buenos Aires pasó a ser el centro del virreinato del Río de la Plata, se instaló en las costas porteñas, donde ‘puso de moda’ los ejercicios espirituales ignacianos y construyó uno de los edificios más antiguos de la ciudad: la Santa Casa de Ejercicios (de 1784), aún en funcionamiento”, según detalló AICA.
Además, la agencia católica añadió: “Su tarea implicaba un fuerte impacto social: protegía a las mujeres sin casa y albergaba a los niños abandonados, alimentándolos, vistiéndolos, dándoles un hogar y bautizándolos con el apellido ‘San José’”.
