Un hogar compuesto por una pareja y dos hijos requirió en junio 12.409,72 pesos para adquirir la canasta básica de alimentos y no ser considerado indigente, lo que representó un aumento de 58,3 por ciento respecto de igual mes de 2018, según informó el Indec. Si se incluyen a los servicios y bienes no alimentarios (canasta básica total) esa misma familia necesitó 31.148,41 pesos, un 58,9 por ciento por encima de doce meses atrás.
La canasta básica alimentaria, que sirve como línea para medir la indigencia en términos de consumo e ingreso, y la total, que demarca el límite para no ser pobre, se encarecieron ambas en 2,7 por ciento respecto de mayo previo. De acuerdo a estas cifras, un hogar con dos salarios mínimos –desde 1 de junio en 12.500 pesos—no logra evitar ser considerado pobre. Las cifras se encuentran cada vez más lejos del hambre cero.
La inflación de junio, según los datos del mismo ente estadístico, se concentró en alimentos y servicios de transporte y comunicación. Hubo un leve respiro en el rubro vivienda y hogar, donde se encuadran los principales servicios (agua, luz y gas), derivado de la pausa a los tarifazos que definió el Gobierno nacional hasta después de las elecciones.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de junio arrojó un alza interanual de 55,8 por ciento. En el desagregado del índice se destacan los aumentos en comunicación (65,3 por ciento), seguido por transporte (63,6 por ciento), alimentos (60,8 por ciento) y vivienda, agua, electricidad y gas (55,6 por ciento).
Méndez: "Macri defraudó en todo, su gestión es comparable con la de Martínez de Hoz" Dentro del rubro alimentos, según el Indec, los principales aumentos se detectaron en queso cremoso (99,4 por ciento), yerba mate (96,1 por ciento), leche (82,1 por ciento), pollo (80,6 por ciento) y fideos (79,9 por ciento). En el caso de los lácteos, según datos de la Secretaría de Agroindustria, la pérdida de poder adquisitivo derivó en una caída de 13 por ciento en su consumo. La demanda de leches fluidas cayó 13 por ciento; en polvo, un 11 por ciento; quesos, 6 por ciento y el resto, el 13 por ciento.
Para la composición de la canasta básica alimentaria, por ejemplo, por adulto se estima un consumo de 9,2 kilos de leche (en polvo), 1,7 kilos de fideos, 6,7 kilos de carne, 300 gramos de queso y medio kilo de yerba mate, entre otros. Una familia “tipo” (dos mayores y dos menores) requiere el equivalente a 3,09 canastas adulto, según la capacidad de consumo estimada por integrante.
Esta composición necesitó entonces 31.148,41 pesos, bastante por encima de dos Salarios Mínimos Vitales y Móviles. Un salario mínimo alcanza apenas para adquirir la cesta de alimentos, que representa menos del 40 por ciento del gasto del hogar, pese al peso cada vez mayor de los servicios (especialmente energéticos y transporte) en el presupuesto de las familias.
Los datos coinciden con los informados este lunes por el departamento estadístico del gobierno porteño, que arrojó para junio un umbral de pobreza (canasta total) de 30.914 pesos. El sostenido incremento en los precios de la canasta básica alimentaria y total junto con el deterioro laboral, tanto en pérdida de poder adquisitivo de salarios como la destrucción de fuentes de empleo, anticipan que la pobreza continúa en aumento durante 2019.
A nivel nacional la pobreza en el segundo semestre del año pasado se ubicó en 32 por ciento y la indigencia en el 6,7 por ciento. El deterioro de los indicadores sociales provocado por las políticas del Gobierno generaron sólo en territorio porteño 144.000 personas pobres y 80.000 indigentes respecto de 2015. En el caso de la medición nacional no se puede establecer la comparación por el apagón estadístico que determinó el Indec hasta mediados de 2016.
Un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), realizado en conjunto el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, con apoyo del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, se necesitaría al menos cuatro años de crecimiento ininterrumpido en el orden del 3 por ciento para que la pobreza se ubique en el 26 por ciento.
De darse esta situación, el recorte sería de casi diez puntos respecto del 35 por ciento de pobreza que anticipó el investigador del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, Eduardo Donza.