Gabriel Leone, tiene 67 años y soñó más de una vez con subirse en su moto y recorrer la Ruta 40 y que, en su trayecto, toparse con magníficos pueblos e increíbles paisajes. Pero su sueño siempre se postergaba ya que gran parte de su vida se la dedicaba a la crianza de sus hijos, sumándole a que su empleo no le brindaba las vacaciones suficientes. Ya jubilado, tomó las riendas y emprendió su camino a una misteriosa aventura, pero en vez de hacerlo en moto, decidió viajar en bicicleta.
El soñador nació en Morón, provincia de Buenos Aires, pero a los dos años se encontraba viviendo en General Pico. Actualmente, Gabriel se considera un verdadero pampeano ya que “vale más el lugar que uno eligió para quedarse, que en el que nació”.
“Cuando tenía 10 o 15 días de vacaciones salía con mi esposa, y a ella no le gustaba una travesía semejante. Se fue postergando. Fui carpintero y después trabajé de viajante. Me fue bien, llegué a supervisor de zona y cuando me jubilé dije ‘¿por qué no hacer la Ruta 40 en bicicleta y pedaleando en solitario?’”, contó a Diario Río Negro.
Antes de emprender este desafiante viaje practicó ciclismo, incluso salía alrededor de la ciudad por los caminos vecinales. De a poco, comenzó a tener más resistencia: primero llegó a hacer 20, 30, 50 kilómetros, hasta que alcanzó los 100. Su objetivo estaba claro, y en los encuentros con sus compañeros, conversaba sobre su tan deseado sueño.
“La Ruta 40 la estoy haciendo descendiendo. Algunos salen por Cafayate para no hacer el ripio o esquivar la Puna. Yo llegué al pueblo que más al norte está de Argentina, que es Santa Catalina y de ahí voy bajando”, mencionó. La idea es realizar un promedio de 40 a 50 kilómetros por día. A veces alcanza los 90 o 100, según la distancia de los pueblos. Hoy, Gabriel ya pasó la mitad del camino, por lo que pedaleó unos 2.600 kilómetros.
El humilde soñador, mediante su asombrosa travesía, comentó sobre su estadía: “Podés parar en hoteles, pero yo soy jubilado y el costo en zonas turísticas es carísimo. Lo que busco siempre es un camping municipal, y si no, a veces paro en el medio de la nada y armo la carpa. Pero por ahí me ve alguien entrar en una ciudad en bicicleta y me dice: ‘¿Querés venir para casa?’. Tengo invitaciones en San Martín, en Villa La Angostura. En Bariloche tengo la casa de una prima de mi señora y se van dando cosas.”
Los desafiantes y asombrosos caminos de la Ruta 40
El trayecto recorrido no es para cualquier persona, debido a que presenta diferentes dificultades y atractivos a la hora de cruzarlo. Tanto por la diversidad de relieves que tiene que atravesar, como las condiciones climáticas que van desde grandes vientos y tormentas, a intenso solo; el viaje es un desafío constante.
Al mismo tiempo, reconoció que la bicicleta no el medio de transporte ideal, pero “es lo que había”. Pero lo que remarcó es que gracias a que su viaje es en bici, la cercanía con la gente no le falta y destacó a las personas que se cruzó en el norte: “Son buenísimas, muy bondadosas, y muy abiertas. Vas a preguntar algo o que te expliquen y se toman el tiempo. Después los lugares hermosos, los paisajes, la Cuesta de Miranda, hay tantos lugares lindos”.
Actualmente, Gabriel está en el sur y le queda la mitad del recorrido por delante, pero no por eso sencillo, ya que los tramos que afrontará son más solitarios, con ciudades que están muy alejadas. Para encontrar algo de motivación y no extrañar, su esposa va al encuentro del ciclista, ya lo hizo en Mendoza y ahora se reencontrarán en Bariloche.
Para sentirse más cerca de los suyos y que tanto sus hijos como nietos puedan verlo cumplir su sueño, Gabriel comparte su recorrido en su cuenta de Facebook e Instagram: @gabrielleone7477.