Julio Carrizo es un hombre de 61 años que vive en la localidad de Quines, provincia de San Luis. Desde sus 13 años comenzó con su oficio en la tornería de su tío Andrés Macías y nunca dejó de hacerlo.
Hace 45 años ya que Julio fundó su propia tornería y desde allí trabaja cortando, lijando y dando forma a unos tradicionales porongos que suelen encontrarse en los comercios de la zona.
Desde ese momento, vivió y trabajó constantemente entre aserrín, montañas de troncos de maderas, sierras, tornos, lijas y demás materiales para su producción artesanal.
Sencillo, humilde y de pocas palabras, Julio trabaja junto a su hijo Lucas, quien lo ayuda a menudo.
Lamentablemente, es muy difícil vivir de este oficio, según comentó el hombre. Es que el precio que se paga por cada mate que él realiza es de $160, “un regalo”, tal como él lo describe.
“Tendríamos que lograr mejor precio, serían rentables si tuviéramos clientes que paguen mejor”, opinó Julio al respecto, quien también piensa que los gobiernos deberían darle una mano, ya que elabora un producto que hace a la cultura y la tradición local.
“Después en otros lados lo venden a 500, 800 o mil”, reclama.
En su tornería también se elaboran platos, fuentes, bowls... Todo de madera.
“Es muy sacrificado el trabajo. Además de la sierra y el torno, hay muchos otros trabajos como secar los artículos al sol o en una estufa… hay muchos trabajos que se realizan y la gente no sabe”, explicó Julio al medio local Amanecer Informados.
“Hasta se puede decir que en todos los continentes hay mates. En todos lados, más o menos, están familiarizados”, concluyó el hombre.
Fuente y entrevista: Amanecer Informados