Denunciaron por abuso sexual a José Luis "El Negro" Dopazo

El reconocido abogado de San Luis habría cometido el hecho hace 27 años, cuando la víctima tenía solo 15. La denunciante aseguró que hay más casos.

Tribunales. Poder Judicial de San Luis
Tribunales. Poder Judicial de San Luis

El 15 de febrero pasado María Sol Uría no soportó más y denunció por abuso sexual en la Justicia de San Luis a José Luis Dopazo, dirigente adolfista y reconocido abogado, el hecho por el que lo acusa habría ocurrido en el año 1992, cuando ella tenía solo 15 años. El lunes rompió el silencio y dialogó com el programa radial "No tan Santas" por FM Lafinur. 

Uría relató que una madrugada, durante una de sus primeras salidas nocturnas, había ido a ver una banda en el bar llamado "La Cueva" y le habían dado permiso hasta las tres de la madrugada para regresar a su casa, que estaba sola pero había acordado juntarse con unas amigas en otro lugar, en el boliche llamado Mecano (actualmente Sky), que funcionaba en calle Héroes de Malvinas, a unos 30 metros de Riobamba. Dijo que Dopazo en esa época compartía un estudio jurídico con su padre, Omar Uría (otro conocido abogado de la ciudad) y que le propuso llevarla en su auto hasta el local bailable, a lo que accedió.

José Luis Dopazo
José Luis Dopazo

"'El Negro' (como se lo conoce) era como un tío para mí. Su mujer y sus dos hijos frecuentaban mi casa y teníamos reuniones familiares. Asistieron a mi cumpleaños de 15 como consta en las fotos de mi álbum", relató en la denuncia, por lo que no sospechó del ofrecimiento, pero sí se sorprendió cuando en el auto Dopazo se desvió hacia su domicilio en Juana Koslay y no hacia el boliche. "Me dijo que tenía que ir a buscar algo", recordó.

Explicó que, una vez allí, Dopazo sacó una botella de whisky, sirvió dos vasos y empezó a hablarle de la buena relación que lo unía con su padre y compañero de estudio. "Comencé a observar algunas actitudes diferentes en su trato", detalló y le pidió pasar al baño y le exigió que la llevara a Mecano una vez que saliera.

"No alcancé a abrir la puerta (del baño) cuando se abalanzó sobre mí. Comenzó a manosearme, y a pesar de mis intentos de soltarme no lo logré, y tomándome de los pelos me arrastró hasta una habitación", donde la lanzó sobre una cama y se le tiró encima.

También consta en la denuncia de Uría, que el abogado siguió manoseándola, le decía "no digas que no, yo sé que te gusta" y mientras le levantaba la pollera y le metía la mano debajo de la bombacha. "Su pantalón estaba bajo y podía sentir su pene en mi entrepierna" recodó. 

A pesar del terrible momento, María Sol recordó una frase de su abuela que ayudó a librarse de la situación: "Al verme sometida y sin posibilidad de escapar, con su lengua en mi cuello y toda su humanidad sobre mí, recordé la voz de mi abuela que me decía que a los degenerados nunca hay que mostrarles miedo" y con esa fuerza interior logró increparlo y decirle que, de abusarla, iba a tener que matarla para que no lo denunciara.

En cuanto se libró de él, corrió al auto, que desafortunadamente estaba sin las llaves puestas y en ese momento, el hombre llegó al vehículo y le dijo que la llevaría a su casa.

"Manejó a gran velocidad por la Aguada de Pueyrredón, mirándome y repitiéndome 'vos no vas a decir nada'. En la esquina de Caídos en Malvinas y Riobamba me tiré del auto y entré corriendo a Mecano". Allí pudo perderse entre la gente, salir por una puerta de servicio y regresar a su casa.

Cada proceso tiene su tiempo y a ella le llevó casi tres décadas. En su interior albergaba un relato oscuro, triste, que la carcomía, e intentaba ocultar detrás de una dulce sonrisa.

"Todo era una mezcla de pánico, temor, vergüenza, impotencia, frustración, ira, pérdida de autoestima, desvalorización" y que esto la invadió "durante muchísimos años". Marcó también una contracara que azuza en una sociedad patriarcal y tradicionalista: "Mientras que él, como si nada, escalaba posiciones sociales, seguía ejerciendo su profesión y se paseaba por los bares como al día de hoy", informó El Diario de la República.

Luego de tantos años ella pudo contar lo que vivió, "recién hoy con 41 años, con una hija de 10 años, uno de 7 y una sobrina de 15, en un contexto histórico donde casos similares han sido denunciados públicamente y que están en boca de todos, con jueces que han dictado fallos de abusos cometidos hace 30 años, me atrevo a denunciar ante la Justicia el abuso que sufrí", argumentó en su denuncia y enfatizó que tiene la total certeza de que no es la única que sufrió violencia de manos de Dopazo.