El comisario Fabricio Portela, jefe de la Policía de San Luis, ordenó el pase a 22 efectivos, que llevan desempeñándose por más de 15 años en las divisiones especiales. Profundiza el malestar por la ola de robos y la falta de policías.
Según informó El Chorrillero la decisión de Portela no hizo más que abrir una grieta dentro de una institución que ya no puede ocultar su crisis. El malestar viene desde que el Comisario asumió al mando y decidió realizar ascensos, supuestamente, "indiscriminados" e "injustos".
Dichas acciones, entre otras, habrían generado críticas internas. Tal como la decisión de ascender al comisario mayor Luis Biaggio, hoy jefe de la Dirección General de Unidades Especiales (DG-12).
San Luis cuenta con dos grupos especiales conocidos tradicionalmente como COAR: Bravo y Alfa. Ambos están integrados por aproximadamente 50 efectivos. De ese total, 22 ya recibieron la orden y deberán abandonar ese puesto de trabajo. Y se trata de policías que llevan en el cuerpo más de 15 de servicio y capacitación, confirmaron dos fuentes a dicho medio digital.
Portela es uno de los funcionarios de mayor confianza del gobernador, Alberto Rodríguez Saá. Asumió la conducción a partir de la designación de Diego González al frente del ministerio de Seguridad.
Se sabe que algunos, o casi todos, deberán esperar hasta que se les asigne un nuevo destino. Esa es una decisión que el jefe máximo ya tuvo para otros sectores de la Policía.
El personal que quedará no alcanzará para sostener los dos cuerpos, y por eso una posibilidad es que una tenga que disolverse. Pero no hay información oficial. No se sabe qué destino tendrán esos hombres y cómo quedarán ahora esas agrupaciones que por más de dos décadas cumplen un papel importante de apoyo, control y seguridad.
La Compañía de Operaciones de Alto Riesgo (COAR) tiene 27 años de funcionamiento. Nació el 10 de julio de 1991 con el fin de cumplir funciones primeramente de infantería, y luego netamente tácticas y operativas. Con el paso del tiempo la división se fue perfeccionado y reordenando en el funcionamiento y sus nombres de identificación.
Según El Chorrillero la orden de Portela produce un gran malestar, en un momento de plena inseguridad en toda la provincia; ya que además esos cuerpos especiales de choque son los que actúan en las situaciones más conflictivas que debe atender la fuerza.
Mientras el jefe de Policía se ocupa por seguir moviendo destinos y profundizando internas, en la calle el delito crece y no hay una reacción que permita controlar la ola de robos y asaltos que ya se asentaron en la capital puntana.