Una llamada telefónica de Salud Pública encendió las alarmas en la casa donde Lilia Fernández reside con su familia en la localidad de Las Tapias, departamento Angaco. Desde la cartera sanitaria les anunciaron que uno de los infectados en esa localidad era una uno de sus conocidos, por lo que todo el núcleo familiar fue considerado como contacto estrecho.
"Me cayó mal la noticia cuando me llamaron por teléfono y me dijeron que mi contacto estrecho estaba infectado, te impacta mucho psicológicamente", aseguró Lilia a Diario Huarpe. Los síntomas poco a poco fueron haciéndose presentes y el hisopado realizado por Salud Pública arrojó resultado positivo tanto para ella como para una sobrina política, de 50 años.
"Sentía desaliento, ganas de estar acostada y dolores de cabeza. Me tomaba un tafirol, pero no se me pasaba", señaló Lilia, quien padeció todos los síntomas de la enfermedad: fiebre alta, pérdida del gusto y del olfato, dolores corporales que dificultaban su desplazamiento y problemas digestivos, como vómitos.
Lilia, quien brindó la entrevista aunque no accedió al registro fotográfico, contó emocionada que a lo largo de su convalecencia experimentó incluso alucinaciones: "Durante estos días que estuve enferma me venían charlas a mi mente como si fueran parte de una película. Parecía real cuando hablaba con mi papá y mi mamá".
Sobreviviente de los terremotos de 1944 y de 1977, Lilia asegura que ambos eventos sísmicos no la angustiaron tanto como la actual pandemia: "Me asusté en los días de los terremotos, pero era más pequeña. Esto del coronavirus me tiene más preocupada".
El pasado lunes llegó el alivio para Lilia y su familia, cuando vía telefónica les dieron el alta médica.
Para cerrar, la mujer señaló: “Ojalá pase pronto la pandemia y que no me vuelva a contagiar, eso es lo que espero”.