La última semana del juicio contra el exsacerdote acusado de abuso sexual, Agustín Rosa Torino, uno de los primeros y más esperados testimonios será el de la psicóloga Eleonora Naranjo, quien atendía a los integrantes de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista que tenían conflictos. La profesional fue apuntada por una de las víctimas como la responsable de minimizar las denuncias, hacerlos pasar por locos y propiciar tratamientos con tranquilizantes. Además declararán otros seis testigos y el jueves habrá sentencia.
Una exmonja y dos exnovicios denunciaron a Agustín Rosa Torino, y lograron llevarlo a juicio. Las tres víctimas ya prestaron declaración en las audiencias debate y ratificaron lo sufrido dentro de la congregación religiosa. Contaron que el acusado era visto como una figura paternal, sabia y santa, que los manipulaba y tocaba en repetidas oportunidades. “Me salieron hongos en la entrepierna y le pedí ir al médico. No podíamos hablar con nadie, solo con él, así que se lo pedí y me dijo que podía ser varicoceles; que si confiaba en él me iba a revisar como un padre a un hijo, que me iba a cuidar y me hizo bajar los pantalones”, contó sobre cómo sucedieron los tocamientos denunciados. “No me dijo nada de los hongos y me dijo que no contara nada”, contó uno de ellos.
A medida que avanzaba el juicio, los testimonios de algunos testigos se convirtieron en denuncias. Sacerdotes y novicios contaron que también fueron víctimas del excura. Sus relatos fueron estremecedores. De esta manera cobra valor lo dicho por la médica psiquiatra Gabriela Moyano quien realizó la pericia a Rosa Torino y lo calificó como de una personalidad psicopática.
Por otro lado, la audiencia del viernes pasado tuvo el primer testimonio a favor de Rosa Torino en la voz de la monja Daniela María Olmos, de nombre religioso “madre María Luz”, quien destacó que nunca había escuchado sobre los abusos. También negó haber sido testigo del episodio que relató la exmonja, Valeria Zarsa. Dijo que quienes denunciaron y testificaron eran “muy compinches” y que “estaban inventando historias”. “Las murmuraciones tienen mucho de mentira”, remarcó.