Entre la emoción de alcanzar su título de ingeniero nuclear tras mucho esfuerzo, e intentar resolver cuestiones administrativas relacionadas con su nuevo estatus profesional, Raúl Aramayo busca regresar a Salta lo antes posible. Su único deseo es poder compartir esta alegría con toda su familia, que no pudo asistir a su recibida a causa de la pandemia.
Raúl tiene 25 años, y tres años atrás fue alumno del profesor Daniel Córdoba mientras cursaba tercer año de ingeniería nuclear en la UNSa. En aquella época, el profesor realizaba talleres de acompañamiento para estudiantes de ciencias duras, y como recuerda Raúl en diálogo con El Tribuno, empezaron a prepararse a fines de diciembre del 2017 y rindieron en mayo del 2018, en Tucumán. Raúl remarca que el profesor Córdoba los acompañó durante todo ese tiempo, todos los días sin paga, y que dejó sus vacaciones para ayudarlos.
“Para él esto era su vida, tenía una gran dedicación y nos brindaba todo su apoyo”, recuerda con nostalgia Raúl. “Es algo que nunca voy a dejar de agradecerle, aunque ahora él no puede saberlo”. En medio del festejo por su reciente recibida, Raúl analiza la posibilidad de ingresar una maestría en el Instituto Balseiro o dedicarse al área de programación. Aunque tiene la posibilidad de profesionalizarse fuera del país, para Raúl es importante poder pasar más tiempo con su familia, aunque la mitad de sus compañeros viajan al exterior.
Raúl siempre fue un alumno con buenas calificaciones y disciplina, pero gracias a los talleres del profesor Córdoba lo elevaron a otra realidad de dificultad. Recorrió un camino duro para llegar al Balseiro, y cuando primero llegó le sorprendió el estado de las aulas, donde tienen grandes pizarrones y aulas enormes a pesar de ser pocos alumnos. Además, estas condiciones permiten una relación docente-alumno más directa, habiendo 43 personas para 12 docentes por materia.