El pasado fin de semana, una pareja salteña decidió contraer matrimonio y celebrarlo con un festejo íntimo a pesar de la normativa vigente en el marco de la pandemia. Una de las participantes del festejo compartió las imágenes en redes sociales, estas se virilizaron, hasta que un medio local las levantó y empezó el escrache mediático, con fotos, videos, nombres y apellidos.
Más allá del hecho de violar la cuarentena con un festejo de 20 personas –el que esté libre de pecado que tire la primera piedra-, o de la imbecilidad de además exponerlo al público en las redes sociales, ¿qué es lo que motiva a un medio de comunicación al escrache, el escarnio, la cacería de brujas?
¿Vale poner bajo la lupa las vidas de ciudadanos comunes a cambio de unos cuantos clicks? Es justamente el click a cualquier costo la motivación, el repudio social como una de las estrategias más simples para obtener interacciones.
Pero, cabe preguntarse, ¿ponen los medios el mismo ímpetu en exponer maniobras políticas cuestionables o malversaciones de fondos públicos? Al parecer es más fácil dejar a los que pagan la pauta en paz, para concentrarse en el ciudadano común.
Esta cacería de brujas se ha vuelto el signo de esta cuarentena eterna, y ya los medios no dudan en hacer el trabajo de los fiscales, y no por conciencia social, sino para provocar la indignación de los usuarios de redes sociales, indignación que se verá reflejada en una mayor audiencia.
Y no importa si en el proceso estas “brujas” pierden sus trabajos, relaciones sociales o son imputados por la justicia, además, por supuesto, del escarnio social.
Restaría ver si todos estos “inquisidores”, que con tanta premura corren a ponerse la túnica de Torquemada, cumplen al pie de la letra las restricciones cuyo incumplimiento denuncian.