La base construida por el ejército chino en la Patagonia, que fue negociada durante el kirchnerismo y aprobada por el Gobierno de Mauricio Macri, ha creado una serie de sospechas a las que parece, por si fuera poco, haberse sumado Estados Unidos.
La antena de 450 toneladas encastrada sobre un edificio de una altura similar a la de un edificio de 16 pisos tiene como fin oficial controlar la misión espacial de China. Aún así se especula que la misma puede servir como una especie de "Caballo de Troya" del país asiático en la región.
Estas sospechas son las que expresó el New York Times en una nota publicada en la tapa del sábado con el título "From a Space Station in Argentina, China Expands Its Reach in Latin America", en el que anticipa el riesgo que implica la base para los Estados Unidos.
"La base solitaria es uno de los símbolos más impactantes de la estrategia que Pekín lleva implementando desde hace tiempo para transformar Latinoamérica y dar forma al futuro de la región, a menudo a través de maniobras que socavan directamente el poder político, económico y estratégico de Estados Unidos en esta", indica el articulo escrito por el periodista Ernesto Londoño, corresponsal en la región del periódico.
Además afirma que "los funcionarios argentinos dicen estar eufóricos por apoyar esta iniciativa", pero también advierte que "la manera en que se negoció la base —en secreto, cuando Argentina estaba desesperada por captar inversiones— y las preocupaciones de que esta pudiera mejorar las capacidades de China para recabar información en el hemisferio han detonado un debate en Argentina sobre los riesgos y beneficios que implica dejarse arrastrar a la órbita de China".
También critica la "poca atención en el hemisferio" que puso Estados Unidos en la última década, en contraposición con el "plan de gran alcance en Latinoamérica" de China, que "ha expandido el comercio de manera considerable, ha rescatado gobiernos, construido enormes proyectos de infraestructura, fortalecido los lazos militares y ha asegurado inmensas cantidades de recursos, así, ha enlazado su destino al de varios países de la región y viceversa".
La nota rememora que la estación satelital y de control espacial empezó a negociarse "en secreto" cuando durante la presidencia de Cristina Kirchner Argentina quedó fuera de los mercados internacionales de crédito y China se convirtió "en una bendición" para el Gobierno.
"Los expertos aseguran que las antenas y otros equipos que se utilizan de respaldo en misiones espaciales, similares a las que tienen los chinos en la Patagonia, posiblemente aumenten la capacidad de China para recabar información", es otro de las teorías que plantea.
El artículo cita al final al actual embajador argentino en China, Diego Guelar, que si bien avaló la relación con ese país, advirtió que el acuerdo que firmó el kirchnerismo para la construcción de la base no especificó que solo podía ser utilizada para fines específicos.
"Era realmente serio, en cualquier momento podría convertirse en una base militar", sentenció.