Todo superhéroe tiene su doble vida, su alter ego que le permite combinar sus actividades diarias y rutinarias con aquellas que lleva adelante en pos del bien social y la justicia. Y aunque no tenga poderes especiales ni pertenezca a una Liga de la Justicia o un grupo de Vengadores, el mendocino Diego Medina (30) bien podría encasillarse en este grupo de héroes. Aunque con un trabajo anónimo e incansable.
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Recolector de residuos urbanos durante el día, profe de fútbol por las tardes y futbolista por las noches, la humildad de Diego es tan destacable como su energía para dormir apenas 5 horas diarias (en promedio). Y es que con su escuelita de fútbol El Ciclón (la bautizó así por su fanatismo por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro) hace casi 5 años que les brinda contención a niños y adolescentes de Bermejo (Guaymallén), donde vive. Y convirtió, con ayuda de la comuna, una plaza que –en la práctica- era un basurero a cielo abierto en la canchita de fútbol (con césped sintético) de la zona.
“El 13 de septiembre de 2016 creamos la escuelita con la idea de contener a los chicos que estaban en la calle y sacarlos de cualquier tipo de peligro. La idea la tuvimos con mi esposa, por lo que nos pusimos a limpiar la placita y ahí empezó a funcionar la escuela de fútbol El Ciclón. Además de poner en condiciones el lugar, salimos a pegar carteles en los kioscos y nos ayudó mucho Guillermo Pereyra, quien estaba en ese momento en el Centro Empleados de Comercio”, resume Medina a Vía Mendoza.
La historia y el presente de Diego son realmente conmovedores, casi tanto como el trabajo social que hace en El Bermejo y con los casi 70 chicos de entre 5 y 14 años que conforman las cinco categorías de El Ciclón. Y aunque tiene una cuota simbólica de entre 300 y 400 pesos para los gastos operativos más importantes, Medina tiene bien en claro que no todos pueden pagarlo (estima que 4 de cada 10 chicos no puede hacerlo y no lo hacen). Pero eso no es ningún impedimento y nadie se queda sin jugar por temas de plata.
“De mi escuela nunca se ha ido un niño por no poder pagar, ni se va a ir. Nunca les voy a decir a alguien que no vengan más. Y algo que me da mucho orgullo es que se acerquen los chicos a pedirme prestado un fútbol para jugar. ¡Obvio se los voy a prestar, si antes venían a pedirme fuego para prender un porro!”, resume apasionado y emocionado. Y define a la plaza en la que tiene sede la escuela de fútbol El Ciclón como “generadora de sueños”.
Por y para todos
Todos los días, desde las 6 y hasta las 13:30, Diego trabaja en la recolección de residuos en el centro mendocino. A los 18 años empezó a trabajar en este oficio, por lo que en 2021 cumplió ya 12 años “corriendo el camión, algo que me sirve para mantenerme en forma” cuenta, entre risas.
Con 17 años llegó a la primera del club de fútbol Boca de Bermejo, pero no pudo continuar con su carrera de futbolista (al menos, no oficialmente). “Tuve que optar entre el fútbol y el trabajo, y la verdad es que no tuve mucho que pensar, ni muchas alternativas tampoco”, rememora.
Así transcurrieron sus días, semanas, meses y años sin grandes sobresaltos, hasta que en 2013, Medina se encontró a sí mismo en una atípica encrucijada. “La vida me encontró buscando qué hacer para atraer cosas positivas, y más que nada me enfoqué en que tenía que hacer algo bueno para que me volviera eso bueno. Yo había ido mucho a la iglesia y en ese momento habíamos perdido dos embarazos con mi esposa, por lo que le preguntaba mucho a Dios por qué eso me pasaba a mí”, recapitula. En medio de este replanteo interno, 3 años después (2016) le dio forma en la realidad a esa meta que se había propuesto y que tomó la forma de una escuela de fútbol en la vieja plaza abandonada y devenida en basural del barrio Cooperativa Mi Casa donde vive desde hace años.
“Al principio empezamos entrenando dos veces por semana, y eran alrededor de 30 chicos –siempre de entre 5 y 14 años- de la zona con los que trabajaba. Y así fuimos creciendo, hasta que la Municipalidad de Guaymallén vio el trabajo social que había y me dio una mano haciendo la plaza desde cero e instalando una cancha con césped sintético para la escuelita”, sigue el solidario profe.
Aunque oficialmente no tiene el título de director técnico (está ahorrando para poder completar el curso, aunque tiene un costo muy elevado), Diego Medina actúa como tal y es más que un profe para los chicos que encuentran contención en El Ciclón. “Me ha pasado varias veces de chicos que se acercan a decirme que la escuela de fútbol les cambió la vida. Y ese es mi pago al alma y al corazón. Una vez uno de los chicos me dijo que estaba feliz en la escuelita y me contó que en el club en el que estaba antes los compañeros le decían que era ‘gordo’ y ‘malo’. Y él me dijo que si acá llegaban a decirle eso a alguien, yo iba a retarlos y a parar todo. Me acuerdo y se me cae el lagrimón”, resume Medina. “Los niños deberían tener un cartel que diga: ‘cuidado, contiene sueños’. Porque siempre es así, y uno tiene que medirse mucho para no frustrarlos”, agrega con emoción.
Aunque aún no pude cumplir su sueño de completar el curso de DT, Diego participa de cuanta charla o curso puede. Y tiene a su referente entre los técnicos mendocinos: Aldo Bolado.
Cuota solidaria
Durante los primeros dos años, la escuela de fútbol El Ciclón, de Bermejo, funcionó de forma gratuita para los chicos que asistían. Luego se fijó una cuota solidaria –en la actualidad ronda entre los 300 y 400 pesos-, pero casi la mitad de los chicos no puede pagarla. Y Diego no es de esos que anda con una planilla revisando si se pagó la cuota solidaria o no, y que tacha y echa del entrenamiento a quienes no pudieron hacerlo. “Todo lo que se generaba y genera es por los chicos, y por eso la Municipalidad nos da una mano cada vez que puede. Estamos conteniendo a futuros padres, futuros maridos. Siempre les digo a los chicos que primero tienen que ser buenos hijos, buenos hermanos, buenos en la escuela; y después viene el fútbol”, acota el profe.
Muchos de los chicos que empezaron y pasaron por El Ciclón ya están grandes. Uno de ellos, que comenzó en 2016 y pasó por todas las categorías, actualmente está como arquero de la primera de Andes Talleres y está ayudando a Diego con todas las categorías. “Estamos con todos los chicos jugando la liga Futuros Cracks; y cuando entro a la cancha, no salgo por 5 partidos, porque los dirijo a todos. Y es un grandísimo placer”, acota.
Rememorando el triste momento de los dos embarazos perdidos con su esposa, Julieta, y la angustia ante esta situación, Medina agrega con felicidad: “después de la buena obra que hicimos con la escuelita, tuvimos a Pía (que hoy tiene 3 años) y ahora la bendición es doble, porque mi esposa está embarazada de mellizos”.
El fútbol en tiempos de pandemia
Como para casi todo el mundo, el 2020 fue difícil para Diego y los chicos que asisten a El Ciclón. Sin embargo, para muchos de estos chicos que esperan ansiosos las clases de fútbol y el calor del grupo, el padecimiento fue más doloroso aún. Por ello mismo, tanto Diego como los chicos celebraron la flexibilización que permitió retornar a las prácticas deportivas, aunque con protocolos.
“Tuvimos que juntar dinero para comprar el termómetro y los elementos de higiene para el regreso. Y lo positivo es que dentro del grupo, nadie ha tenido el virus todavía”, sigue Diego; y cruza los dedos.
Todas las semanas, de lunes a jueves y de 18:30 a 20:30, las distintas categorías entrenan en la plaza y canchita de Bermejo. Además, cuentan con el padrinazgo de la Peña de San Lorenzo en Mendoza, Jorge Benegas. “La escuela se llama El Ciclón porque yo soy hincha de San Lorenzo. Y hace unos días, desde la Peña Jorge Benegas nos hicieron una donación de 60 pecheras y 80 camisetas. Además, todos los chicos tienen su camiseta de entrenamiento y para jugar”, continúa el joven entusiasta.
Además, junto a la Peña, están detrás de un objetivo que permitiría cumplir el sueño de todos los chicos: conseguir botines para todos y cada uno de los jugadores de El Ciclón. “En el grupo de WhatsApp le estoy pidiendo a los padres que manden los números de calzado de sus hijos, para que nadie se quede sin sus botines. Los chico están muy entusiasmados, pero a veces pareciera ser que los padres no caen en la cuenta de lo importante que puede ser que sus chicos tengan sus propios botines”, piensa en voz alta.
Un día en la vida del profe
Cada mañana, Diego Medina se levanta a las 5 para entrar a trabajar en su puesto de recolección de residuos a las 6. Allí permanece en sus funciones hasta las 13:30, hora en que regresa a su casa, donde Julieta y Pía lo están esperando con el almuerzo. Después de comer llevan a la niña a la guardería y, si tiene algo de tiempo, Diego se “tira un ratito” para reponer energías.
Además de entrenar de lunes a jueves dos horas semanales con sus alumnitos de El Ciclón, Diego entrena dos equipos de fútbol femenino –con jugadoras mayores de 18 años- que también están jugando sus torneos. El Ciclón Femme es el nombre de este grupo.
Y, entre tantas horas como profesor, Diego también se hace el espacio para volver al lugar de aquel adolescente que con 17 años jugaba en la primera de Boca de Bermejo. Y es que, con su equipo (Branca FC) está jugando el torneo de La Sanidad.
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“Hace casi 5 años que trabajo con esto, y siempre he hecho todo por los chicos. Cuando uno hace las cosas con pasión, es todo un poquito más fácil. Y el aguante de mi familia, de mi esposa que se banca todo –como que de lunes a jueves durante dos horas no esté en casa o que no todos puedan pagar la cuota- es fundamental. No es el dinero lo que me mueve para tener la escuela, no es la prioridad. El día de mañana los chicos van a ir superando obstáculos de la vida. Y el fútbol es como la vida, te plantea situaciones y tenés que tomar una decisión en el momento muchas veces”, concluye.