Pocha y Guillermina eran madre e hija, durante muchos años vivieron entre las paredes de concreto del ex zoo de Mendoza. Hasta que hace unos meses lograron ser trasladadas al Santuario de Elefantes en Brasil.
El 6 de octubre el sitio oficial anunció la partida de la elefanta de 57 años, su muerte fue muy dolorosa para Guille y no se sabía cómo iba a tomar este proceso.
“Lo está haciendo mejor de lo que pensábamos. Debido a que Guille pasó casi sus 24 años a solo unos metros de su madre y su vínculo era fuerte y único, no había forma de predecir cómo procesaría la pérdida”, explican desde Global Sanctuary.
La edad que tiene es equivalente a la adolescencia en humanos, por lo que se han visto cambios bruscos de humor frente a la muerte de su madre. Puede pasar de suave y cariñosa a más desafiante en solo unos momentos, algo que hemos visto en ella durante los últimos años y se remonta a su comportamiento en Mendoza.
Las noches previas al fallecimiento de la elefanta Guille se quedó despierta junto a las demás, todas la acompañaron en el proceso.
Guillermina pasa entre el 90 y el 95 % de su tiempo en su compañía, de vez en cuando sale a caminar sola. No ha pasado mucho tiempo durante el día en los patios más pequeños, que son cerca de donde está enterrada Pocha, pero por la noche si se acerca a visitarla.
El emotivo video de Guillermina removiendo la tumba de Pocha
Los animales, al igual que los humanos, procesan el duelo de manera diferente. Era difícil predecir cómo sería este momento difícil para ella. Según admiten los cuidadores “lo está manejando con más gracia de lo que hemos podido haber predicho”.
La mayor parte del día Guille está con otras dos elefantas, Maia, Rana y Bambi, suponen que para afrontar el dolor de no estar más con mamá.
Hacía la tarde - noche se acerca al lugar donde enterraron a Pocha y remueve su tierra con cierto pesar y tristeza. Acompaña a su fiel compañera como lo hizo hasta el último momento de vida, los especialistas han sido optimistas con su forma de transitar el duelo.