La prisión domiciliaria de Kosaka Kumiko y la falta de contención a las víctimas por Estado, según sus familiares, generó indignación en allegados y víctimas de los curas pedófilos del Instituto Próvolo.
Cecilia Fernández, mamá de dos hijos hipoacúsicos que concurrían al instituto de Luján y que fueron vejados, dijo que "hay un sentimiento de culpa por parte de los chicos por lo que vivieron y que no pudieron denunciar en su momento, por parte de los padres, que creían que estaban haciendo lo mejor para sus hijos y ahora sienten que no los cuidaron como debían".
La madre de las víctimas destacó: "Es todo un trabajo de contención en familia, a pesar de que nuestros hijos no querían hablar con nosotros por la vergüenza. Mis hijos ahora son mayores de edad pero fueron 16 años al Próvolo, desde los 2 años y medio hasta los 18. Mi hija estuvo mucho tiempo medicada, dopada, debe haber sido para taparles la boca".
Fernández contó una dolorosa experiencia que vivió su hija hace un mes, luego de una audiencia en la que declaró: "Empezó a gritar, se puso morada y le faltaba el aire". Tras esa crisis de nervios tuvieron que recurrir al médico. la llevamos como pudimos al centro de Salud.