Más de un mendocino está pensando en emigrar al exterior, en busca de una vida mejor de la que se cree que se puede vivir en el país. Sin embargo, ser inmigrante en un país desconocido no es tan fácil como “ir a probar suerte”. Una maipucina cuenta su experiencia como inmigrante en Canadá y los desafíos que le ha tocado vivir en todos estos años.
// Mira también: La nueva Flor de la tradición de Maipú quiere mantener viva la cultura gauchesca en el departamento
Es Maria Elena Valdivia, junto a su esposo Cristian, que recién casados, decidieron viajar a Canadá “en busca de un futuro diferente” en el 2000. Veintiún años más tarde, la pareja sigue en el país canadiense, tienen dos hijos y una pequeña empresa que se dedica a la elaboración de canastas de regalo.
No ha sido un camino fácil, juntos se enfrentaron diferentes retos laborales y de salud, además de las típicas complicaciones de emigrar a un país sin conocer el idioma oficial. Pero, la maipucina expresa que a pesar de todo ha podido mantenerse en pie y conquistar cada dificultad, gracias a su fe.
Los comienzos en Canadá
Maria Elena y Cristian llegaron a Canadá hace veintiún años atrás, cuando recién llevaban un año y medio de casados. No sabían nada de inglés, psique aceptaron trabajar de lo que consiguieron, limpiando una tienda por departamentos.
Caminaban 8 kilómetros para llegar al lugar, hasta que un día encontraron una bicicleta y se la ingeniaban para poder usarla para llegar a su lugar de trabajo. Un tiempo más tarde les donaron una bicicleta de niños, hasta que finalmente pudieron comprar una camioneta, antes que llegará su primera nevada viviendo en el país.
Con eso, los dos pudieron alquilar un pequeño departamento, que fueron amoblando con diferentes muebles que fueron encontrando en la calle. “El primer año te marca para el resto de tu vida”, contó Maria Elena a Vía Mendoza, mientras detallaba que en los primeros meses quedó embarazada de su primer hija, algo que no había podido lograr hasta ese entonces.
Fueron meses dificultosos, tener que comenzar su vida en un nuevo país. Se enfrentaron a un proceso inmigratorio que desconocían. “Ese año, el 97% de argentinos que llegaron al país fueron deportados y nosotros entramos en el 3% que fueron aceptados”, detalló la maipucina.
Luego con los años, ambos fueron transitando diferentes trabajos, hasta finalmente sentirse frustrados. Desconocían el idioma ingles y estaban imposibilitados de poder aprenderlo, ya que estaban sumergidos en un ciclo de trabajo. Además, Maria Elena cuenta que habían perdido múltiples ofertas laborales, por no saber cómo hablar el idioma. Pero no sabían que en unos meses todo iba a ir en declive.
Cuando llega la catástrofe
Hace catorce años atrás, el esposo de Maria Elena se rompe la rodilla y debió ser operado. “Fue una operación muy grave, se complicó todo, casi pierde la vida. A los 5 minutos de salir del hospital, tuve un accidente muy grande con mi hijo”, detalló la maipucina.
Afortunadamente, los dos salieron del accidente con vida y su esposo salió bien de la operación. Pero ella quedó con lesiones del accidente, por nueve meses tuvo que utilizar un protector cervical, y su esposo debió usar una silla de ruedas.
“Basicamente perdimos todos nuestros trabajos, en esa condición no podíamos trabajar. Mi esposo estuvo dos meses en silla de ruedas, hasta tuvieron que venir a ayudarnos a nuestra casa”, contó Maria Elena, mientras iba comentando que se estaban endeudando por utilizar sus tarjetas de crédito como medio de vida.
“Tuvimos que empezar desde cero”, expresó Maria Elena una hazaña que pudieron afrontar gracias a su fe en Dios. Unos tres años antes, ella se encontró con Dios en una iglesia evangélica y de allí se arraigó a su fe en cada paso de su vida.
Fue gracias a su fe que Maria Elena relata que obtuvo la inspiración para comenzar su emprendimiento, lo que la ayudó a salir adelante de los momentos tan difíciles que le tocó vivir en ese tiempo.
Su emprendimiento de regalos
Maria Elena cuenta que mientras leía su biblia, levantó la mirada y se encontró con un cartel en su casa que llevaba la palabra “canasta”. En ese momento sintió que eso era lo que debía hacer y en la época navideña comenzó a hacer unas canastas de regalos, con chocolates o productos de bebé, para vender a sus conocidos.
“Yo no se si era por misericordia o por amigos que nos apoyaron, pero vendimos unas 10 o 12 canastas”, contó Maria Elena. Allí comenzaron a averiguar y buscar proveedores, y se dieron cuenta que su idea realmente podía darse. La cultura canadiense esta muy acostumbrada a dar regalos por cualquier motivo, por lo que tenían un gran mercado por delante.
Así nació Kairos Baskets, una pequeña empresa familiar que se dedica a preparar canastas de regalo especializados y personalizados, de acuerdo al gusto de quien vaya a regalar. Ofrecen una opción para cada tipo de ocasión, que en Canadá ocasiones para regalar hay muchas.
“Empezamos en el sótano de nuestra casa y todavía lo hacemos aquí. Estamos por saltar a un negocio en la calle. Todo lo hicimos a pulmón, sin ayuda de prestamos. Sabíamos que ese negocio Dios lo había dado. Además, los argentinos somos muy particulares y es que somos muy creativos. Cuando le pones esa creatividad y le sumas fe, dedicación y tiempo, se logra”, detalló Maria Elena.
Con la pandemia tuvieron que reestructurar un poco su emprendimiento para poder seguir, por lo que se les ocurrió filmar a las personas cuando recibían sus regalos. “Abuelas que no podían encontrarse con sus hijos, con tapabocas y todos los protocolos de acá en Canadá, llegábamos hasta el lugar y le cantábamos feliz cumpleaños en la puerta”, cuenta la maipucina.
Fue una época difícil donde tuvieron que amoldarse a la situación, en el medio Maria Elena sufrió de cáncer de mamá, pero tanto su emprendimiento como su salud prosperó.
// Mira también: Desde Maipú harán una caminata rosa “por ella, por mi, por todas”
Hoy con su familia siguen con el negocio, vendiendo online y hasta llegando a Estados Unidos, y pronto abrirán su local. Desde que llegó a Canadá, la maipucina cuenta que vivió todas estas situaciones y muchas más. Pero ella asegura que ha podido afrontar cada una, gracias a su familia y su fe en Dios.