La lasherina Soledad Ferreyra tiene 28 años y es boxeadora desde los 16. Actualmente da clases de boxeo infantil sin contacto en el Cedrys N°1 de Las Heras. Y por el lugar en que se encuentra, es una guía para los chicos del Resguardo.
Desde hace un año se hizo cargo de la enseñanza de este deporte (de lunes a viernes de 10 a 16), en el gimnasio que el municipio tiene en el Resguardo, ubicado entre calle Maza y Catamarca.
Hizo el curso específico para entrenar a menores de 13 años, que hace poco se incluyó a nivel nacional. Por tanto, es la primera entrenadora de boxeo de esta nueva categoría en la provincia.
“Tengo un lindo grupo de nenes y nenas que se acopla mucho a la actividad. Son alrededor de 20 chicos en dos turnos, por sus horarios en sus colegios. Algunos, los que vienen en la mañana, están esperándome desde las 8”, contó la entrenadora a Vía Mendoza.
Y agregó: “Están muy enganchados con el boxeo, siendo tan chicos. Me sorprende cómo aprenden día a día. Están mucho mejor que otros que llevan años practicándolo. Le ponen muchas ganas”, expresó la boxeadora, que también se entrena en el cedrys bajo las indicaciones de Pablo González y después de finalizar las clases con los pequeños.
-¿Cómo ves a los chicos practicando este deporte, en donde Las Heras es por excelencia la cuna de muchos campeones?
-Hay niños que vienen acompañados de sus papás y otros, solitos. Muchas veces me ha tocado hacer de psicóloga, mamá, maestra, porque les tomo cariños. A esos niños que recién mencioné, que están desde las 8 esperándome, les brindamos desayunos. En otras situaciones, les doy ropa y abrigos. Cuando veo que se presentan esas necesidades acudo a la Muni y ellos me ayuda un montón. Hay una carencia importante.
-En los barrios, y más en invierno, ¿es frecuente tu asistencia?
-Son niños que andan en la calle. Tienen un añito y están solos. Por ahí los veo jugando en la cancha y los invito con juguetes para que no estén afuera. También veo dificultades en relación a la escuela. Muchas veces nos hemos puesto a leer. Tengo justo edades que cursan el cuarto grado y noto que les cuesta mucho. Entonces suelo colgar carteles y ellos los leen. O con matemáticas, sacamos cuentas mientras están en la bolsa o hacen otros ejercicios. Les gusta. Por lo menos aprenden y se divierten.
-¿Cómo haces para dividirte con tantos chicos?
-Tengo un grupo en la mañana y otro en la tarde. Y a su vez tengo a mi “1″, es un nene que se entrena conmigo desde el primer día que puse un pie en este gimnasio. Me ayuda con la entrada en calor, les hace saltar la soga, gimnasia, bolsa o manopla. Es un genio.
El boxeo en su vida
Su intención era ejercitarse sin motivo de competencia. Su papá era maestro de kung fu y pese a que participó de lagunas clases, no se halló en ese deporte.
Hasta que “caminando encontré el gimnasio de Pablo Chacón y desde las primeras clases con guanteo, el boxeo me enamoró. Tenía 14 años”, contó la púgil lasherina que ya suma 13 peleas, con 10 victorias, dos empates y una derrota.
Después “fui mamá de Mili a los 18. Paré un tiempo y volví. Como en ese gimnasio habían muchos profesionales, fui al Galíndez con Marcelo Camargo. Ahí arranque con torneos, participé del Vendimia, gané dos Guante de Oro y tuve peleas internacionales contra chicas de Chile. No me puedo quejar, me ha ido muy bien. Pero después de que él tuvo que irse a España, tras la muerte de su hijo, comencé a practicar en el cedrys”, confió.
-¿Y ahora cuáles son tus planes como boxeadora?
-Quiero arrancar con el profesionalismo. Se me está haciendo difícil encontrar rivales porque en mi categoría (75 kilos) no hay muchas peleadoras.
-¿Por qué creés que hay tan pocas mujeres boxeadoras?
-Creo que el proceso de formar a una boxeadora es más lento. Los entrenadores son todos varones y priorizan el cuidado de la mujer y, en el momento de subir a guantear, prefieren a un hombre. Y si alguna mujer sube al ring, de 10 que entran quedan dos que siguen practicando. Es crucial el primer guanteo en la decisión de ser boxeadora competitiva. En cada gimnasio calculo que de 20 varones, 5 son mujeres.
-¿Hubo algún momento bisagra en tu carrera?
-Después de cumplir 25, sentí un cambio muy grande tras la muerte de mi papá. Era con él con quien más podía charlar de mis combates. Tenía una conexión muy fuerte. Y cuando se fue, en vez de caerme, resurgí. Fue como un impulso.
-¿Cuál es la reacción de la gente cuando decís que sos boxeadora?
-Se sorprenden, sobre todo porque no tengo la nariz chata. No me lo creen. Todos piensan que la cara de un boxeador tiene que ser con los pómulos levantados, la nariz rota; es decir, la cara destrozada. Pero el boxeo es un deporte lindo, noble. No siempre te lastiman. Es todo lo contrario. Lo disfruto mucho. De hecho, cuando me subo al ring, así como subo, me bajo intacta.
Ferreyra confesó que esta actividad “es muy enriquecedora”. Gracias al intendente Daniel Orozco y a la secretaria de gobierno de la Municipalidad de Las Heras, Gianina Ortiz, que “me apoyan en todo y confiaron en mi, puedo decir que el boxeo me hace muy feliz”, concluyó.