Un joven de 27 años, nacido en Banfied, localidad del sur del Conurbano Bonaerense, forma parte del listado de los 29.000 nombres únicos que tiene el Registro Nacional de las Personas (Renaper) en su base de datos.
Cuál es el nombre único
Elegir un nombre para un hijo nunca es una decisión fácil, es lo que lo marcará durante toda la vida a una persona. Su elección puede llevar discusiones, puntos de vista diferentes, y hasta mezcla de tradiciones familiares o culturales. Como Argentina es un país muy influenciado por la mezcla de raíces europeas, pueblos originarios e influencias de inmigraciones recientes, las posibilidades se agrandan mucho más.

Hace décadas, el Registro Nacional de las Personas (Renaper), tiene en su base de datos un listado con más de 29.088 nombres únicos, que fueron inscriptos entre 1925 y 2015. Dentro de esa lista está “Coven”, el muchacho de Banfield que nació el 1 de junio de 1998.

La historia detrás de un nombre único que atravesó generaciones
Coven Marchetti nació el 1 de junio de 1998 y desde entonces carga con una historia singular. Su bisabuelo fue quien introdujo el apellido “Coven” a la familia tras escucharlo de un inmigrante, y decidió usarlo como nombre propio para su hijo, el abuelo del joven. Con el paso del tiempo, esa elección se transformó en un sello dentro del árbol genealógico. Sin embargo, cuando los padres de Coven quisieron inscribirlo con ese nombre en el Registro Civil, se toparon con una traba: no figuraba en ninguna lista oficial. La burocracia los obligó a recurrir a un juez, quien finalmente autorizó la inscripción tras justificar que el nombre era válido y no presentaba impedimentos.

Un nombre que genera curiosidad y acompaña toda la vida
Con el correr de los años, Coven aprendió a convivir con la rareza de su nombre, que suele despertar sorpresa en trámites, elecciones o presentaciones formales. Incluso recuerda con humor cuando en la primaria sus compañeros contaban en sus casas que tenían un compañero llamado así, y sus padres no les creían. En 2012, comprobó oficialmente su singularidad al ingresar al sitio del RENAPER: descubrió que en su año de nacimiento solo una persona llevaba ese nombre, él mismo. Hoy, ya recibido y trabajando en la defensoría penal de Ezeiza, sigue siendo recordado por su particularidad, un rasgo que lo distingue y que, lejos de incomodarlo, se convirtió en motivo de orgullo.