Yastay es el nombre del primer cóndor nacido en cautiverio hace poco más de un año en el centro de rescate y rehabilitación en el Parque Fitozoológico Tatú Carreta después de 58 días de incubación natural. Una Reserva natural ubicada en la localidad de Casa Grande (hacia el norte del Valle de Punilla), y donde Yastay ya inició el largo proceso hacia su liberación.
En las últimas horas, fue trasladado a la ciudad de Buenos Aires donde se unirá a una banda de cóndores juveniles, y una vez que aprenda a volar con sus propias alas, será liberado en Río Negro.
Los permisos y la documentación necesaria fueron gestionados por la Secretaría de Ambiente del Ministerio de Coordinación, a fin de que el ave pueda continuar su proceso de entrenamiento en Temaiken.
Yastay finalmente fue trasladado del lugar que lo vio nacer hasta el Aeropuerto Internacional Ing. Ambrosio Taravella, acompañado por personal de Policía Ambiental y representantes del Tatú Carreta, sitio donde abordó un vuelo hacia la provincia vecina.
Yastay
Llamado así en honor al “Dios comechingón, tutelar de las aves y protector de los animales del cerro”, es hijo de una pareja de cóndores que llegó al Tatú Carreta tiempo atrás que, “por lesiones sufridas en sus alas debido a impactos de balas no podrán volar nunca más” -cuentan a través de la página de Facebook de la Reserva-. Sin embargo, aclaran que “casi como una ofrenda de resarcimiento”, Yastay podrá luego de un período de cría y entrenamiento “ser libre y retomar el destino de sus padres”, así lo asegura la médica veterinaria María del Rosario Ahumada, en una reciente publicación.
Previo a su liberación, debe atravesar un proceso de adaptación que califican como “largo” y que una vez finalizada su estadía en Buenos Aires, la bandada será traslada a Sierra Pailemán, en Río Negro. Esta iniciativa se enmarca en un proyecto que se llama “el regreso del cóndor al mar” porque es una zona donde había cóndores, luego dejó de haber y ahora se está repoblando.
“El proceso es largo pero vale la pena el esfuerzo para que tenga una mejor calidad de vida, porque son animales longevos que pueden llegan a vivir hasta 70 años”, explicó María Ahumada, veterinaria del Tatú Carreta, y agregó: “Estamos convencidos de que es la mejor opción que tiene”.
Cabe destacar que el Tatú Carreta trabaja desde hace muchos años en la rehabilitación de distintas especies silvestres con especial énfasis en las grandes aves y mediante un proyecto conjunto con la Fundación Bioandina y la Universidad Católica de Córdoba.