Daniel Willington, un ícono del fútbol cordobés, se despidió de los estadios en el lunes 3 de noviembre. En Talleres lo recordarán por siempre, por su calidad y sus goles, por su picardía, por la esa tribuna que los alberga en el estadio Kempes, y también por el ascenso que obtuvo en 1994, ante Instituto.
En aquella formación Albiazul el referente y capitán era Daniel Kesman, quien revivió la final que volvió a colocar a Talleres en Primera: “El honor de tenerlo y compartir el vestuario y aprender del Daniel. No sólo por su sabiduría futbolista y humana, si no por su sangre azul y blanca. El mensaje llegaba diferente, y yo lo tomaba así porque me crié en el club”, resaltó el ex zaguero central.

“Nos daba una potencia, una energía extra. Por su identificación con Talleres, por su grandeza y también por su humildad. Lo vivía y lo sufría, pero siempre con un chiste, te sacaba una sonrisa que le sacaba drama. Y la tensión de una final.... La festejó como uno más de nosotros, cantando y bailando”, lo describió como entrenador.

“Daniel tenía un trato fuera de lo común con los jugadores, como si fuera un amigo. Como si fuera un chico. Te estabas bañando en pleno invierno, venía con un balde de agua fría, te lo tiraba y salía corriendo. Se entretenía con cosas así. Los asados que comíamos juntos eran memorables”, lo recordó con sonrisas.
“Me queda decir gracias por haberlo conocido, por haber tratado con él. Me quería mucho. cuando yo salía a la cancha salía con un plus, para rendir un 120 por ciento. Y se fue haciendo lo que le gustaba, comiendo con los amigos, bien cordobés, bien del barrio”.


LOS DUELOS ENTRE TALLERES E INSTITUTO, ANTES Y AHORA
“Instituto tenía un equipazo, llegaba mejor que nosotros. Ellos ganaban holgadamente, nosotros más apretados. No teníamos tanto fútbol pero éramos un equipo duro. En Talleres me tocó jugar muchas finales, no siempre con victorias, y lo que se es que no se puede perder contra un equipo de Córdoba", recapituló Daniel Kesman de aquella consagración.
El fútbol vuelve a poner frente a frente al Matador y a la Gloria, en la última fecha de un Clausura en el que Talleres pelea por la permanencia.
“Empezamos muy bien el año, con el título frente a River que difruté muchísimo, y después se complicó. La mayoría tiene que bancarse esa presión que la gente ya no tolera nada. Hace que se pierda ese ese fútbol lindo. Y con 30 equipos en el torneo se tira para abajo el nivel", indicó.

También se enfocó en la defensa, en los jugadores que ocupan su posición, sobre todo en un Santiago Fernández surgido en el club. “Me encanta, por su capacidad y su sentido de pertenencia y amor a la camiseta. Me hace acordar a mi época, con entrega, dejando todo al trabar en cada pelota. Con la energía propia del amor por los colores. Es veloz y maneja bien las dos piernas”, se identificó.
En el otro extremo de las edades, destacó a José Luis Palomino. “Es muy importante para el equipo. Hubo que esperarlo un poquito y hoy se muestra como un tipo de otra categoría, de un nivel altísimo. Tenemos tres centrales y puede jugar cualquiera. Tanto Santi Fernández como Palomino, como (Matías) Catalán".
TALLERES, LA GRANDEZA Y LA HUMILIDAD
“La verdad que cuando dejé jugar el club estaba muy mal. Pero no fue por eso que me alejé. Siempre tuve en la cabeza dedicarme a otra cosa. Pero sería lindo volver a estar en el club que uno ama, porque no se puede olvidar, es algo qie se lleva adentro siempre”, aseguró Daniel Kesman, quien repartía sus tiempos de futbolista con los estudios en Ciencias Económicas.
Y concluyó. “Por más que nos toca jugar en el Kempes, y pareciera que eso nos hubiera sacado algo de indentidad, somos un club con barrio, con esa gente. Como lo era el ‘Loco’ Willington. Con humilidad pero siempre con la intención de ganar”.


































