Una goleada para el recuerdo de Talleres ante Instituto, como visitante. Por ser contundente, por pegar en los minutos justos para el 3-0, que fue exagerado, y porque contó con un Guido Herrera gigante, que clausuró su arco en Alta Córdoba.
El arquero Albiazul ahogo el grito de gol de Santiago Rodríguez en lo que era el empate, y Lucas Suárez sacó en la línea antes que Adrián Martínez convirtiera. Y finalmente se quedó con el mano a mano final ante el propio “Maravilla”.
Esa andanada de llegadas a fondo de Instituto en el comienzo del segundo tiempo fueron el momento crucial, el más crítico para Talleres en todo el clásico. Porque de un posible empate, la Gloria pasó a estar 2-0 abajo por el acierto de Rodrigo Garro.
LO QUE DIJO EL ARQUERO DE TALLERES
- “No fueron sólo las atajadas mías, todo el equipo respondió. Todos los rebotes en el área la defensa los pudo sacar”.
- “Tuvimos varias situaciones para ampliar el marcador. Convertir en la primera que es más fácil, te da confianza”.
- “Sabíamos que con el arco en cero podíamos golpear al rival. Supimos bancar cuando nos atacaron”.
- “Abrimos el marcador en pelota parada, y es un gran detalle de los que iban a resolver el partido. En ventaja y con los jugadores que tenemos, lo pudimos manejar”.
- “Contentos porque se cumplió lo que habíamos planificado. Cuando hubo que jugar lo hicimos, y cuando hubo que tirarla a la tribuna, también”.