Una capilla ubicada en el sureste de Córdoba se destaca por su sencilla pero increíble construcción. La edificación está en la localidad de La Playosa y fue construida por el arquitecto Nicolás Campodonico, bajo una premisa: aprovechar la luz solar para proyectar el reflejo de la cruz detrás del altar.
Se trata de la Capilla de San Bernardo, la cual está realizada íntegramente por ladrillos y cuenta con un destacado que la hace única. En el exterior, un palo vertical y otro horizontal son aprovechados para que, a una determinada hora, se refleje la cruz.
Capilla de San Bernardo, su construcción e historia
La capilla San Bernardo fue construida entre 2012 y 2015 por el arquitecto Nicolás Campodonico; tiene una superficie aproximada de 92 metros cuadrados contrastando su exterior conformado por planos y aristas con las formas curvas de las aperturas y superficies interiores.
La obra se compone de dos paredes curvas que conforman el patio en el cual está contenido el prisma que corresponde a la capilla. Dicho volumen se abre en dirección a la puesta del sol, con la finalidad de captar la luz natural en el interior.
Dentro, no hay ningún tipo de decoración ni ornamentación. Sólo se observan algunas salientes de ladrillos para apoyar las velas durante los momentos de oración o la celebración de misas. Además, se encuentra la estatua de San Bernardo, iluminada desde arriba por un hueco circular.
El reflejo de la cruz y la explicación del arquitecto
El volumen de la capilla se abre en dirección a la puesta del sol, captando la luz natural. Por fuera, los palos se disponen por separado y son proyectados hacia el interior. Como resultado, todos los días, durante todo el año, la sombra de los maderos se desliza por el interior curvo de la capilla y producen el reflejo que tanto sorprende a locales y turistas.
“Hoy sabemos que Jesucristo sólo cargaba con el palo transversal sobre su espalda en su camino al Gólgota. Conceptualmente la crucifixión se concreta con la reunión de ambos maderos para formar la cruz. Diariamente las sombras de los palos recorren por separado el camino necesario, tal como fuera el “Via Crucis”, para finalmente encontrarse y conformar la cruz, ya no simbólica, sino una cruz ritual, donde la pasión vuelve a ocurrir cada día a partir del sol, comprometiendo una dimensión cósmica”, explicó Campodonico en su página web.