Los goles le cambian la cara a cualquiera. Sobre todo a un Federico Girotti, quien se incorporó a Talleres con esa responsabilidad extra por ser delantero de área, y más todavía por llegar desde River. Y también al equipo en lo colectivo, ya que en 90 minutos convirtió cuatro, contrastando con las seis fechas en Copa de la Liga Profesional con apenas un tanto.
Valió el festejo en Salta por Copa Argentina, porque Talleres ya mira para adelante en el año que seguirá siendo de triple competencia. Y que por el mal comienzo en el torneo domestico acrecentaba la presión en el compromiso con Güemes. Una derrota-eliminación ante los santiagueños habría sido muy difícil de digerir, ya que Talleres está último en la Liga Profesional, casi fuera de al conversación, y quedaba solamente la expectativa (grande por cierto), de la participación en abril en la Copa Libertadores.
Y en Girotti se notó más aún el semblante distinto. De las lágrimas de bronca y frustración por la derrota contra San Lorenzo, con un equipo sin triunfos en este 2022 y que ejectó al técnico Ángel Hoyos, al festejo desaforado en el primer gol contra Güemes, y con el doblete para el cuarto que aseguró una goleada. Un 4-0 muy holgado, teniendo en cuenta los aprietos de la primera etapa, cuando el arco de Guido Herrera se salvó dos o tres veces, palo incluido.
Girotti con la boca llena de gol, la sonrisa que se adueño del rostro tras el llanto y la señal de la T, ya forman parte de las imágenes de la semana para los hinchas de Talleres. Que adoptaron al delantero por su compromiso, por lo que pone en cada partido, y obviamente, por sus goles.