A Estudiantes de Río Cuarto le faltó el premio; pero los Leones no se rinden

Perdió por penales con Platense, que ascendió tras 22 años. El orgullo quedó a salvo, porque es un equipo de fieras.

A Estudiantes de Río Cuarto le faltó el premio; pero los Leones no se rinden
La desolación tras los penales. El León estuvo dos veces, a pasitos de Primera.

En mayo de 2019 Estudiantes de Río Cuarto subía por primera vez a la B Nacional. Y cuando muchos pensaron que intentaría hacer pie en la categoría y afianzarse en la segunda plaza del fútbol argentino, con las dificultades de ser un club del interior del interior, se lanzó por un ascenso a Primera.

Y estuvo a 12 pasos. Dos veces. En ambas ocasiones, primero ante Sarmiento, ahora con Platense, falló en la definición. Porque los penales no son suerte, como tampoco lo es este proceso comandado por el presidente Alicio Dagattti y el técnico Marcelo Vázquez desde hace un lustro, peldaño por peldaño.

Estudiantes, el Celeste del Imperio, el León, se quedó con la mueca marga pero también con la frente en alto. Porque sus rivales en las finales, con más experiencia porque Sarmiento iba por su cuarta final y Platense tiene una pátina de Primera, pese a los 22 años de exilio; no lo superaron en la cancha y en el resultado.

De hecho, Estudiantes jugó un partidazo contra el elenco de Junín, y remontó un comienzo bravísimo ante el Calamar. Se recompuso porque se basa en la fuerza colectiva más que en los nombres. Por eso Néstor Ortigoza, Luis Ardente, Maxi Comba y otros nombre de trayectoria, terminaron como relevos porque Vázquez consiguió rendimientos altísimos de Gastón Bottino, Víctor Beraldi y varios más.

Y con los goles de Ibrahin Hesar y Bruno Sepúlveda, los sólidos rendimientos de Benavidez, el gigante Ferreyra y Suárez; y una respuesta sólida y confiable en lo grupal, el Celeste se metió de cabeza en la final. En las dos, porque tuvo el arresto anímico de acceder a la segunda en un puñado de días.

Faltó la coronación. Río Cuarto apagó temprano las luces, y la lluvia mandó a dormir a todos antes. No hubo caravana de ascenso ni regreso triunfal desde Rosario, haciendo realidad ese sueño que todavía da vuelta por las cabezas por aquellos viejos Nacionales de la década del ‘80, contra lo grandes.

El rugido del León no fue suficiente. Le queda a salvo el orgullo de contar con unas fieras que sacaron las garras para defender el nombre de Estudiantes a nivel nacional. A sólo unos pasos del objetivo dorado.