El clima de clásico se vivió desde temprano. En el Kempes, que se fue poblando lentamente en la siesta cordobesa, se jugaba un preliminar entre las categorías 2007 de ambos clubes. Los pibes lo jugaron con todo y desde la tribuna bajaba el apoyo. Ahí empezaron a medirse las dos hinchadas.
Luego, cuando salieron los equipos a precalentar, el duelo creció. A ambas parcialidades les llevó bastante tiempo poblar las cabeceras. A los de Racing les tocó la tribuna Artime y, a los de Instituto, la Willington. Las trompetas, redoblantes y bombos se hicieron notar desde mucho antes de que los equipos salten a la cancha.
Tanto clima de partido por los puntos había que los cantitos no pararon desde ninguna de las dos tribunas desde minutos antes del inicio del juego. Inclusive, el mensaje conjunto de los dos equipos cuando salieron al campo de juego vestidos para jugar, no pudo parar el duelo entre los hinchas.
Es que hacía bastante que no se enfrentaban. Y pareció que, para los de Alta Córdoba y los de Nueva Italia, las ganas de ver fútbol, hicieron que no pararan de cantar o de hacerse notar en las tribuns del Kempes.
Casi 15 mil personas ocuparon las cabeceras sur y norte y también la tribuna Ardiles (la platea Gasparini no estaba habilitada). Y hasta en el entretiempo hubo tiempo para el duelo de hinchadas entre académicos y albirrojos.
En el complemento, como Instituto salió mejor en la cancha, en el partido de las tribunas, se encendió el público de La Gloria. Igual, como para emparejar, las cuerdas vocales albicelestes se esforzaron en el canto. Era un hermoso clima de clásico el que se vivía en el Kempes.
Y los momentos del partido fueron variando las intensidades del aliento. En la etapa inicial, los hinchas académicos aumentaron el volumen ante cada ataque albirrojo. En el complemento, cuando estaba mejor parado Instituto, el aliento mayor era para los de Alta Córdoba.
El gol de Franco García, que marcó el 2-1, aumentó los decibeles en la popular Artime y en el sector sur de la platea Ardiles. Racing ganaba y sus hinchas se lo hicieron saber a sus rivales que, tibiamente, intentaban reaccionar ante el golpe de la sorpresiva desventaja.
Pero el que rió último fue Instituto. Porque Pablo Vegetti, el goleador que debutaba con la camiseta albirroja, metió dos goles que cambiaron de lado la fiesta. Los hinchas albirrojos se fueron felices por ver ganar a su equipo ante el clásico rival. Y por eso, las gargantas se reservaron el grito del final para festejar un triunfo que ilusiona.