Por Matías Candoli.
"Allá está la Primera de Villa El Libertador", señalaban unos niños de no más de 10 años mientras jugaban a pasarse la guinda en el predio de la Universidad Católica de Córdoba.
Con una mezcla de orgullo y de alegría, esos chicos miraban a los mayores como cuando en cualquier club se mira a quienes representan a los colores en la división mayor. Y eso pasó con Villa Libertador Rugby. Que no sólo compite en el Torneo de Emergentes de la Unión Cordobesa de Rugby por primera vez en su rica pero corta historia sino que llegaron a las semifinales y esperan lograr el título que sería algo hermoso para esta institución.
Y la primera en inflar el pecho de orgullo es Rosa Minuet, la socia fundadora de este sueño de brindarle herramientas de integración en una barriada muy castigada social y económicamente: "La primera son los bebés que nacieron en el club. Verlos a los chicos hoy, algunos padres de familia, otros estudiando en la facultad o trabajando es muy lindo. Ellos empezaron con siete u ocho años viniendo a jugar y verlos hoy en una primera es la gran satisfacción mía".
Leonardo Bigi, el otro de los pilares fundamentales de la creación de esta escuelita de rugby en Villa El Libertador, se abstrajo de lo que puede ser el primer logro deportivo de la institución y reafirmó: "Lo que me da satisfacción es que la idea y el proyecto no muere con uno. Es muy difícil que una escuelita de barrio se transforme luego en club. Todavía faltan varios años. Falta que esta generación de jugadores de Primera traigan a sus hijos. Ahí se va a generar una rueda importante donde van a tener trascendencia en el tiempo, como club. Que estos chicos tengan la posibilidad de jugar en una primera ya es bueno. No me completa lo satisfactorio en lo deportivo".
Y quien también fundó la Fundación Pueblo Rugby agregó: "A mí me completa ver cómo chicos sin posibilidades, en sectores vulnerables, casi sin acceso al deporte donde hay desesperanza y no hay incentivo, motivación, las empiezan a tener. He visto el cambio genuino de un pibe sin expectativas y convertirse en un hombre con ganas de hacer y de igualarse. Y de generar un país ya sea con un oficio y muchos otros estudiando, sorprendentemente. Son las instancias igualadoras: un oficio bien aprendido o el estudio".
Ilusionados. Pero, la ilusión de estos muchachos es muy grande. Para manejar esa ansiedad y ese sueño está la tarea de Matías Ferreyra, el entrenador de la primera que también colabora con Villa Libertador Rugby casi desde sus inicios y ve sus frutos en esta clasificación a semifinales del Emergente.
"Trato de no hacerme grandes expectativas pero sin apartarme del hecho de que estamos en semifinales de la Copa de Oro. Siempre me acuerdo del comienzo humilde para no subirme al caballo en ningún momento. De cuando empezamos con seis o siete jugadores que se acercaron. Chicos que jugaban desde hace años acá, se hicieron grandes y quisieron armar la primera. Y paso a paso, como decía Mostaza Merlo, vamos acercándonos al objetivo. Creo que entrenando, despacito, juntando nuestras cositas, con humildad, callados la boca y partido a partido", afirmó el entrenador.
Cogote, como le dicen al DT quien fuera capitán de Universitario y ex jugador en el rugby europeo, opinó sobre la clave de este buen momento en el primer año de competencia oficial para sus dirigidos: "La presencia y constancia de los entrenadores, aggiornamiento y no estar estático en la parte técnica. La dinámica de los entrenamientos, de los trabajos físicos, las charlas técnicas, aparte de estar presentes, hay que motivar a los jugadores para seguir viniendo y por supuesto la moral que ellos mismos adquieren partido a partido".
Lucha diaria. Y no es tarea fácil. Porque la exigencia de jugar un torneo como el Emergente requiere recursos extra. Los viajes al interior son costosos pero, con mucho trabajo colectivo y tirando todos para el mismo lado, se las han arreglado para poder solventar los traslados.
“Se armó una especie de cooperativa entre los chicos en la que hacen empanadas sanjuaninas y han vendido, en estos 15 días que han pasado que eran más de 20 mil pesos en colectivo, más de 200 docenas de empanadas. Se financió bastante el viaje, más un buffet que hacemos cuando estamos de local, más cualquier tipo de pichuleo que hacemos, más la colaboración individual de cada jugador”, contó el entrenador.
Pero ese trabajo colectivo afuera de las canchas, también influye cuando el equipo sale a jugar. “De esa forma se fortalece el grupo y hay cada vez menos diferencia con los rivales que a lo mejor nos superan en lo físico. Y de a poco los chicos se van dando cuenta a dónde podemos llegar si seguimos un relativo orden y disciplina que cualquier deporte requiere para estas circunstancias”, agregó.
¿SALIR CAMPEONES ES TODO? Definitivamente, gane o no el título de campeón de la Zona de Oro del torneo Emergente de rugby, la misión de Villa Libertador Rugby es otra y eso está muy claro para todos los que allí trabajan.
Leo Bigi no se cansa de repetirlo: “Me encantaría que ganen porque sería un broche de oro pero creo que el broche de oro verdadero será cuando el hijo de uno de los jugadores de la Primera empiece a venir a jugar en una menores de seis o siete años. Ese va a ser el broche de oro. Más que cualquier título. Se cerraría el círculo y se empezaría a formar el club. Ahí me van a jubilar, jeje”.
Rosa Minuet, que tiene a su hijo jugando en la Primera, coincidió pero también sueña con que sus “chicos” ganen el título: “Para ellos sería una satisfacción muy grande de tener una copa en la mano. Como siempre lo dije: soy la socia fundadora del club y Leonardo Bigi es el presidente. No nos consideramos dueños del club, ni Leo ni yo. El club lo tienen que llevar adelante ellos, los capitanes, los jugadores de la Primera, tienen que dar el ejemplo a los más chicos. A esta altura estar en una semifinal en una Copa de Oro es el mejor ejemplo”.
Pero, el que cierra el concepto es Matías Ferreyra, el entrenador, que le tiene una fe ciega a sus muchachos, y queda demostrado no sólo en cada una de sus palabras, sino también en la forma en que las dice, casi al punto de quebrarse por la emoción: "La única alternativa para que nosotros forjemos un claro mensaje a la comunidad es salir campeón. Yo estoy convencido de eso. Porque, el que sale segundo o tercero, hace bien las cosas pero no deja plasmado algo con importancia. Lo segundo es tener en cuenta de dónde venimos, cómo luchamos, lo que trabajan los chicos que la mayoría lo hace de ocho a 12 horas en construcción. Llegan reventados a entrenar a la noche y lo mismo piden hacer contacto, jugar al límite. No se rinden. Si nosotros dejamos el mensaje de con todas esas cosas en contra, se puede. Te diría que más que cosas en contra sería al contrario. Desde adentro son cosas a favor, que nos fortalecen, nos unen".