Por Matías Candoli
No fue fácil llegar hasta el Kempes pero había que hacerlo. No fue fácil esquivar los matetes de tráfico que se generaron por las obras del cierre del anillo de la avenida Circunvalación que circundan el estadio.
Pero los hinchas de Talleres se armaron de paciencia. La mayoría eligió llegar temprano, esperar picando algo en las afueras, dejar los autos y colectivos un poco más lejos de lo habitual y llegar caminando al templo donde va a debutar la T. Otros, más confiados, llegaron más sobre la hora con un poco de temor a perderse el inicio del partido.
Las dos manos de la Avenida Cárcano estaban atestadas. Los vehículos se movilizaban casi a paso de hombnre y, casi hasta la hora del partido, se notaba en las tribunas que la gente tenía problemas para llegar a horario para el inicil del juego.
La popular Willington, que es la que más llena siempre está, tardó en colmarse. Lo mismo pasó con las plateas Gasparini y Ardiles. A pesar de las sugerencias que se dieron desde el club y desde los organismos de seguridad, mucha gente llegó sobre la hora y también con el partido comenzado.
A la hora del pitazo inicial, iban a ser todo excusas. El Matador empezaba la Superliga recibiendo a un equipo como Lanús que, en la previa, parece muy duro. Los nervios y las ansias se calmarán cuando ruede la pelota y la T inicie un nuevo camino en Primera División. Llegar no fue fácil pero a los más de 30 mil albiazules presentes, pareció no importarles cuando arrancó a jugar su equipo.