¡Córdoba está de festejos! La ciudad cumple 447 años en un contexto por demás extraño ya que se encuentra cruzando plena pandemia de coronavirus y con conflictos casi todos los días.
En este marco, el historiador y escritor cordobés, Esteban Dómina brindó un relato de cómo fue ese 6 de julio de 1573, con la llegada de Cabrera al mando de un centenar de hombres, después de haber sido designado por el virrey Francisco de Toledo gobernador de las provincias de Tucumán, Juríes y Diaguitas.
El acta fundacional del 6 de julio de 1573 -documento que aún se conserva- consignó: "En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios verdadero y en el asiento que en la lengua originaria se llama Quisquisacate, en presencia del escribano de su majestad, Francisco de Torres, su secretario y testigos se funda esta nueva ciudad, en este asiento cerca del río que los indios llaman de Suquia".
"A orillas del río Suquía, Jerónimo Luis de Cabrera desenvainó su espada y sableó las ramas de un sauce, mientras el sacerdote Francisco Pérez sostenía la cruz de madera y bendecía el sitio. El escribano del Rey, Francisco de Torres, labró el acta donde hizo constar la fundación de Córdoba de la Nueva Andalucía", escribe Dómina para una producción del Gobierno de Córdoba.
El autor dice que no hubo enfrentamiento, como sí en muchos otros lugares, donde corrió sangre cuando llegaron los conquistadores. Don Jerónimo, quien según Dómina tenía una actitud abierta hacia los nativos, había decido que la fundación tuviera lugar en la banda norte del río Suquía, lugar donde actualmente está emplazado barrio Yapeyú.
Tras la fundación, Don Jerónimo procuró la creación de un puerto que permitiera conectar a la región con el océano Atlántico, para ir por vía marítima a España, sin pasar por Perú. Llegó a orillas del Paraná y fundó el puerto de San Luis de Córdoba, en el desaparecido fuerte Sancti Spiritus, primer asentamiento en el actual territorio argentino fundado por Sebastián Gaboto, según detalló Dómina.
A su regreso a Córdoba, Cabrera se encontró con que el rey de España, Felipe II, había designado en su reemplazo como gobernador de Tucumán a Gonzalo Abreu de Figueroa.
Dómina describe a Abreu de Figuera como un sujeto de mal talante, que tenía diferencias personales con Cabrera a raíz de cuestiones familiares. El flamante gobernador despachó a un capitán a Córdoba, con la misión de destituir y tomar prisionero a Cabrera, confiscando sus bienes y llevándolo preso por el cargo de usurpación y traición al Rey. Era el precio que pagó por su desobediencia.
Don Jerónimo sufrió la cárcel y mediante un juicio sumario fue condenado y ejecutado con el garrote vil, un método destinado a los peores reos, narra el escritor.
Así, la ciudad creció sin su fundador y se trasladó, como él había decidido, a la orilla vecina. Su segundo, Lorenzo Suárez de Figueroa, en un plano de 70 manzanas, dispuso la ubicación de la plaza principal, la iglesia mayor, el cabildo y las casas de los principales vecinos.
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