Joaquín Paredes tenía 15 años cuando el 25 de octubre de 2020 fue asesinado en una plaza de la apacible localidad de Paso Viejo, ubicada en el norte cordobés. Aquella madrugada un grupo de policías disparó a mansalva contra un grupo de jóvenes que se encontraba en la plaza pese a las restricciones impuestas frente a la pandemia.
El adolescente, junto sus amigos, casualmente pasaban por ahí cuando una de las balas impactó en su espalda y falleció inmediamente. Uno de sus amigos también recibió un balazo en el brazo, pero pudo sobrevivir.
Joaquín Paredes fue la tercera víctima por gatillo fácil ejecutado por la policía de Córdoba en 2020. Unos meses antes, en julio de ese año José Ávila, un vendedor ambulante, también encontró la muerte en manos policiales. Acto seguido, en agosto, se sumó el resonante caso de Blas correa.
Al cumplirse un año de la asesinato, sus familiares y amigos marcharon por Paso Viejo reclamando justicia. La concentración partió desde la plaza central de la localidad y recorrieron distintas calles hasta llegar al mural que se realizó en donde ocurrió la tragedia.
Por el caso hay cinco policías imputados, de los cuales sólo dos se encuentran detenidos. La causa está cargo de la fiscal Fabiana Pochettino y está caratulada como homicidio doblemente calificado (por uso de arma y por ser policías), tentativa de homicidio agravado y abuso de armas.