La problemática de las fiestas clandestinas continúa y se agrava en tiempos de vacaciones y verano. Los jóvenes desafían a las autoridades y a las costosas multas a las que podrían atenerse los organizadores. Este fin de semana, en la localidad aledaña de Cuesta Blanca, decenas de personas concurrieron a una reunión que se llevó a cabo en un terreno privado.
Según detallaron los vecinos, el evento había comenzado el primero de enero alrededor de las 9 de la noche, sin el permiso de las personas encargadas del campo, y se extendió hasta el domingo 3. “Se violaron las normas ambientales de la zona, ya que se emitieron ruidos molestos a altísimo volumen, se acampó y se hicieron fogones en lugares no habilitados, se destruyó vegetación nativa y se generaron grandes cantidades de basura que, al menos en parte, quedó en el lugar”, indicaron.
Además, y como ocurre en este tipo de fiestas, se violaron las disposiciones y protocolos relativos al Covid-19. A pesar de las tantas denuncias realizadas por los vecinos, y asimismo por la Comuna, la fiesta continuó el sábado por la mañana. Ese día, según relatan en el comunicado, la persona encargada del campo y un guardambiente voluntario se presentaron en el lugar y lograron, en principio, frenar la reunión y que las personas se atengan a las normas ambientales de la zona.
Sin embargo, el sábado 2 por la noche, alrededor de las 11, comenzaron nuevamente la fiesta en otra ubicación más alejada del pueblo. Ante esta situación, se insistió en la denuncia, por lo que vecinos llamaron a la policía y también, algunos guardambientes fueron directamente a la comisaría para hacer la denuncia de los hechos, pero esa noche la policía tampoco concurrió a desactivar la fiesta.
El evento continuó y ante el hartazgo de los vecinos, este domingo por la noche decidieron ir ellos mismos a hablar con los organizadores y frenar la fiesta. “Avisamos a la policía, quienes se hicieron presentes en el Diquecito a la hora convenida. Eramos alrededor de 15 vecinos, pero la policía nos propuso no ir todos, sino sólo el personal del CEP, acompañado de cuatro vecinos guardambientes. De ese modo, se logró desactivar la fiesta, y la policía quedó controlando que no se deje pasar a nadie a la Playa de los Hippies esa noche”, relataron. Finalmente, los efectivos secuestraron parlantes, consolas y un generador eléctrico. El lugar quedó repleto de basura.
