La Cueva del Ermitaño es más que un simple refugio rocoso. Es un espacio donde convergen lo terrenal y lo espiritual. Según cuentan las historias locales, un ermitaño solitario habitó esta cueva durante décadas, buscando la comunión con la naturaleza y la divinidad. Sus meditaciones y rituales dejaron una huella energética que aún se percibe entre las piedras.
El sitio se encuentra en el corazón de las sierras chicas, a 5 km aproximadamente desde el pie del Cerro Uritorco. Allí, detrás del imponente cerro, en un inmenso embudo, nace esta
leyenda.
La historia del ermitaño
Los más viejos del pueblo, dicen que “El Ermitaño de las Huertas Malas” era un capitán Español, que lucho en la batalla de Tucumán, y que malherido, perdió contacto con los suyos que huían hacia Salta. Por eso, enfiló hacia el sur y llegó a las Huertas Malas, donde se afincó hasta el día que lo mataron.
La Cascada de las Golondrinas
Pero la Cueva del Ermitaño no es solo un espacio oscuro. Cerca de su entrada, una cascada de aguas cristalinas cae desde lo alto, formando una piscina natural. Los rayos de sol se filtran a través de las hojas, creando destellos en el agua. Se dice que las golondrinas visitan este lugar para beber y purificar sus alas.
¿Cómo Llegar?
Es un paseo con un trekking de de 5,5km en un tiempo de 3hs aproximadamente desde el pie del Cerro Uritorco