El pedigree (pedigrí, en correcto español) ha estado presente en nuestra ganadería desde hace más de 150 años. Ha sido la base para la transformación de esos rodeos que abastecen los saladeros en el siglo XIX en los que hoy proveen a una industria pujante, produciendo una calidad de carne reconocida internacionalmente.
A pesar del tiempo transcurrido y de los avances tecnológicos, el pedigree sigue vigente. Continúa siendo la garantía de que un animal pertenece a una población reconocida por sus características fenotípicas y productivas. Constituye la certificación por la cual un animal puede participar en distintos eventos, compitiendo con otro cuya “pureza racial” es garantía de equidad.
La garantía de “pureza racial” no es un concepto trivial de belleza estética, es el respaldo de una “marca” que llamamos “raza”, patrimonio de todos los criadores de la misma, por ejemplo, la raza Hereford o la Angus o cualquiera de las identificadas que habitan nuestros campos. A su vez los criadores de nuestro país no están solos en la posesión de la “marca”, la comparten con los criadores de su misma raza de otros países. El comercio nacional e internacional de la genética de la raza solo es posible por este entramado de organizaciones que se reconocen mutuamente y que garantizan la autenticidad de su genética. En el caso de nuestro país, los Registros Genealógicos de la mayoría de las especies y sus distintas razas (ovinos, caprinos, equinos, camélidos, aves y cerdos) son llevados por la Sociedad Rural Argentina, la apertura, es decir la iniciación de cada registro ocurrió en general muy anteriormente a la fundación de las Asociaciones de Criadores.
Los Libros Genealógicos iniciales, llevados a mano con tinta y pluma, han sido reemplazados por bases de datos online y verificados por pruebas de paternidad aplicando tecnologías de genética molecular. El número de inscripción de un animal en el Registro Genealógico de la raza, llamado HBA (Herd Book Argentino) en nuestro medio, constituye el equivalente a su DNI. Parece simple, identificar el animal y sus padres y asignarle un número, pero mantener la integridad de la información, incluyendo las generaciones anteriores, representa un enorme esfuerzo que va desde el campo a los servidores del sistema, involucra desde el personal de la cabaña a analistas de sistemas. Toda una cadena de trabajo, casi una línea de montaje.
La participación del pedigree en la transformación de nuestro ganado, cuyas carnes tienen un bien ganado prestigio, también es la base de programas genéticos como el Puro Registrado o Controlado de otras asociaciones. Toros de pedigree dando servicio a rodeos inspeccionados por la Asociación, dan la oportunidad de difundir las bondades genéticas de la raza produciendo toros para los rodeos comerciales. Estos rodeos Puro Registrados, cumpliendo determinadas exigencias, pueden a su vez producir toros superiores aceptados para los programas previstos por cada una de las razas. Así estos toros identificados, son incluidos en la evaluación genética de la raza y si bien no pueden ser inscriptos en el Registros Genealógico respectivo, representan un gran aporte al mejoramiento de los rodeos.
El progreso ha sido continuo, en el presente el pedigree ha incorporado mediciones objetivas de la capacidad de producción de los animales. Las Asociaciones de Criadores desarrollaron programas de toma de los datos productivos, que son utilizados en la evaluación genética de los animales. Hay casos como el de Hereford, denominado PEG (Programa de Evaluación Genética), el ERA de la Angus o en los programas de la Brangus o de la Braford entre otras donde se unifica la información del pedigree aportado por la Sociedad Rural Argentina con la información productiva (pesos al nacer, destete y final, mediciones ecográficas, circunferencia escrotal, etc.) tomados por las cabañas y en algunos casos hasta son incorporados a las bases de datos de las Evaluaciones Panamericanas como la de la Hereford o de otras evaluaciones internacionales. Quedando definido asi que el pedigree y las DEP van de la mano en el proceso de mejoramiento genético.
Más recientemente, los programas de evaluación genética han incorporado los avances de la genética molecular, la selección genómica ha expandido las fronteras del mejoramiento posible, pedigree, datos, computadoras, metodología estadística, genotipado, nos brindan DEP cada vez más precisos y nuevos rasgos para el futuro. Como se puede observar, en toda esta cadena de progreso, el pedigree sigue vigente, los avances han sido logrados en base a su información, brindando el parentesco entre los animales evaluados genéticamente, siendo útil aun con la incorporación de la selección genómica.
A pesar de su valor y de su historia, en el mundo del pedigree subsisten unos pocos interrogantes: el pedigree “cerrado”, es decir un registro donde solamente se pueden inscribir hijos de animales inscriptos, se presenta a debate; la oferta de servicios de genotipado comerciales, que prometen un mejoramiento sin el esfuerzo de identificar ni tomar datos de los animales se suma a la lista, entre otros. No hay dudas de que requieren discusión, pero lo que no está en discusión es que la Argentina cuenta con un sólido sistema de Registros Genealógicos y Evaluaciones Genéticas, respetado internacionalmente y que permite certificar la calidad de una genética que se destaca productivamente a nivel mundial.