La utilización de microorganismos para tratar cultivos es una de las tendencias que más creció, gracias a sus efectivos resultados y su sostenibilidad a largo plazo.
Cuando hablamos de microorganismos podemos referirnos a diversos grupos de organismos, pero las bacterias y los hongos son los que se suelen utilizar en la agricultura.
Estos microorganismos pueden utilizarse como fertilizantes o estimulantes, o bien cumpliendo una función fitosanitaria, como insecticidas. Además, son aptos para utilizarse tanto en agricultura convencional como en orgánica.
Las micorrizas, por ejemplo, son un hongo que tiene una asociación simbiótica con las raíces de la planta, facilitando a la misma nutrientes, pseudomonas fluorescentes, ácidos húmicos y fúlvicos, materia orgánica y micro y macro nutrientes.
El hongo trichoderma, por otro lado, inhibe el crecimiento de otros hongos que pueden ser patógenos para un cultivo, actuando como un fungicida. Estos son algunos ejemplos que ya se están utilizando en la agricultura.
Los microorganismos nos permiten aplicar a los cultivos, productos que no contaminan el medio ambiente, no dañan la fruta ni dejan residuos, y no afectan a organismos benéficos, aves asi como otros insectos permanecen en el medio como parte integral del ecosistema lo que también nos permite reducir la utilización de compuestos de origen químico.
Sin saberlo, las antiguas civilizaciones utilizaban microorganismos para producir alimentos: la levadura para el pan y las bebidas fermentadas son dos ejemplos. Los avances científicos de los últimos años permiten al sector agrícola aprovecharlos aún más, conociendo no solo los beneficios que tienen para el desarrollo de los cultivos, sino también para el cuidado del suelo, la salud humana y la sostenibilidad del negocio a largo plazo.