Lo que los ciudadanos pretendemos al cambiar de gobierno es que vengan equipos dispuestos justamente a solucionar los problemas de la “pesada herencia”, y no a que la usen para explicar sus fracasos. Esto no quita que es conveniente repasar y tener en cuenta el estado actual de la economía, porque eso da una idea de la magnitud de los cambios a realizar y, en algunos casos, de los fuertes condicionamientos para poder realizarlos.
A partir de una presentación del economista Esteban Domecq, resumimos algunos indicadores que describen la herencia que deja el gobierno saliente..
• Déficit Fiscal Primario de 3% del PBI y total superando el 5%.
• Tarifas de servicios públicos atrasadas; impuestos que se adelantaron y muchas partidas de gasto que aumentaron en los últimos meses.Un gasto público gigante, ineficiente y deficitario.
• Deuda del gobierno superando los U$S 400.000 millones, en máximo histórico, con el Riesgo País superando 2.400 puntos básicos, el mercado externo completamente cerrado y el mercado interno saturado con deuda doméstica toda indexada. Sin ningún tipo de financiamiento…
• Inflación mensual de dos dígitos y anual de 140%, con los precios relativos distorsionados y una inercia inflacionaria del 300% anualizada.
• Tasa de interés de política monetaria en 133% , con pasivos remunerados (Leliqs y Pases) superando los $ 23 billones, y que ya superan el 10% del PBI.
• Un Banco Central quebrado, con reservas negativas en U$S 12.000 M, con el mercado de cambios lleno de cepos, múltiples tipos de cambio, brecha superando 150% y el tipo de cambio oficial fuertemente atrasado.
• Balanza comercial deficitaria, con más de U$S 55.000 millones de deuda de importadores con proveedores del exterior.
• Pobreza superando el 40% y en franco aumento, con más del 60% de los niños pobres y la indigencia que ya llega a 10% de la población.
Sobre este escenario se debe gestionar. Para bien y para mal.