Aseguran que las pasturas mejoran la diversidad bacteriana del suelo

El poroto común (Phaseolus vulgaris L.) es una leguminosa muy consumida en gran parte del mundo, debido a que constituye una fuente de proteínas, carbohidratos complejos, fibras, vitaminas y minerales

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La Argentina hace más de 10 años que se encuentra dentro de los cinco principales exportadores de poroto. Esta situación derivó en que, durante varias décadas, el cultivo de poroto se hiciera como monocultivo bajo labranza convencional, arado y aplicación excesiva de fitosanitarios. Así, una explotación centrada únicamente en la productividad llevó a un deterioro progresivo de la calidad y salud del suelo y en la disminución de los rendimientos del cultivo.

Por esto, un equipo de investigación del Laboratorio de Suelos, Agua y Fertilizantes del INTA Salta (LABSAF) demostró el impacto positivo en la rizosfera del poroto, luego de la incorporación de la pastura Brachiaria brizantha como cultivo de servicio. Un estudio realizado durante 10 años, determinó que transformó las propiedades del suelo y mejoró la disponibilidad de nutrientes para el cultivo principal.

Carla Abán, especialista del INTA e investigadora del Conicet, enfatizó en la importancia de estos resultados para la mejora de la agricultura regional. “Nuestro estudio demuestra que la inclusión de Brachiaria brizantha en los sistemas de cultivo puede tener un impacto positivo en la salud del suelo y, en consecuencia, en la producción de poroto común”. Y agregó: “Hemos observado una mejora significativa en las propiedades químicas, físicas y microbiológicas del suelo, lo que se traduce en una base más sólida para el crecimiento de los cultivos”.

La diversidad bacteriana también fue un aspecto clave del estudio. En este sentido, Abán subrayó cómo Brachiaria brizantha influye en estas comunidades microbianas. “Nuestros resultados muestran un aumento en la diversidad bacteriana, incluyendo a microrganismos relacionados al ciclaje del carbono y nitrógeno en el suelo. Esto sugiere un cambio positivo en la disponibilidad de nutrientes esenciales para el poroto común”, detalló.

Los efectos a largo plazo de la implementación de Brachiaria brizantha también fueron discutidos por el equipo de investigación del que es parte Carolina Pérez Brandan, especialista del INTA e investigadora del Conicet en Salta. “Creemos que la inclusión continuada de esta pastura en sistemas agrícolas degradados puede contribuir a la restauración y mantenimiento de la salud del suelo”, indicó. Luego señaló: “Nuestro estudio respalda la noción de que los cultivos de servicio pueden ser una herramienta valiosa para la rehabilitación de agroecosistemas comprometidos”.

A su vez, el estudio realizado en un sistema de monocultivo de poroto en la región noroeste de Argentina determinó que inclusión de B. brizantha incrementó otras comunidades bacterianas a nivel de género, como Allorhizobium-Neorhizobium-Pararhizobium, Rhizobium, Nitrososphaeraceae, Streptomyces, Bacillus y Bradyrhizobium. Algunas de dichas bacterias son posibles bacterias promotoras del crecimiento de las plantas, fijadores de nitrógeno y actores clave en la oxidación del amoníaco. “Las funciones relacionadas con la quimioheterotrofia y la quimioheterotrofia aeróbica, aumentaron con los tratamientos con Brachiaria, en comparación con el monocultivo de poroto”, indicó Abán y Pérez Brandan.

Estos resultados ponen en evidencia que la incorporación de B. brizantha en el sistema agrícola aumenta el carbono en el suelo, favorece a ciertos grupos microbianos relacionados con el ciclo del carbono y mejora la disponibilidad de nutrientes para el cultivo principal. “Los resultados sugieren que la implementación a largo plazo de Brachiaria, en los casos en que el suelo está más degradado, sería una práctica de manejo adecuada ya que contribuyó a restaurar la salud del suelo y a minimizar su degradación”, destacó Abán.