La soja es el cultivo con mayor superficie sembrada en Argentina. En la campaña 2019/20 se sembraron 17,4 M Ha, número muy coincidente en la visión de otras fuentes como Dimsat SA que viene haciendo el seguimiento de este cultivo y otros tanto en Argentina como en los países limítrofes ya hace casi 20 años por lo cual es sostenida como una de las fuentes más serias en este tema de las áreas, donde existen dicotomías serias como en la cantidad de hectáreas de maíz que se siembran en nuestro país siendo en la soja menos recurrente de encontrarle dicho desvío a las áreas declaradas por la mayoría de las demás fuentes
El rinde promedio obtenido fue de 29,4 qq/Ha que muestra una caída interanual del 10% como consecuencia del déficit hídrico que afectó al cultivo en plena etapa crítica.
La brecha tecnológica entre el rendimiento actual y el máximo alcanzable está dada por prácticas de manejo que brindan la estructura del cultivo de soja y también por el manejo de la fertilización.
A nivel nacional, el cultivo de soja se produjo mayoritariamente con un nivel medio de tecnología. A su vez el nivel tecnológico bajo y registró el valor mínimo de la serie histórica.
Con respecto a los indicadores que caracterizan al cultivo en cada campaña, se destacan variables importantes como la elección del genotipo relacionado con el grupo de madurez (GM), la fecha de siembra y la densidad y en párrafo aparte la fertilización en el cultivo.
La siembra directa alcanzó el 93 % del área adoptada. La fertilización registró una mejora en los kilogramos de fósforo y azufre aplicados. El promedio nacional de fertilización fosfatada y azufrada fue de 11 y 5 Kg/ Ha, respectivamente.
En la campaña 2019/20 se observó un aumento en la tecnología media aplicada en soja. Esto se vincula con el nivel de precios a obtener por la producción que genera la adaptación de los márgenes brutos a la realidad en la que se termina dando en el campo.
En relación a los dos tipos de siembras según su posición en la fecha y entre otros cultivos, la producción de soja de primera se concentró en el nivel tecnológico medio con un 60% de adopción, y el nivel tecnológico alto alcanzó solo el 37%.
En cambio la soja de segunda presentó una distribución similar, con un mayor porcentaje de nivel medio y un menor porcentaje de alto. Por lo tanto, todavía existe un potencial por explorar para seguir aumentando la productividad o mejorando el uso de los recursos que seguramente en esta campaña con algunos valores en los precios de la producción más agradables sería bueno subir el grado tecnológico sin olvidar la relación con la niña climática donde el Q (cantidad) está en jaque y no así el P (precio) para que no se nos vuelva en contra la adopción de paquetes tecnológicos mas caros.
La elección del genotipo a utilizar en relación al grupo de madurez suele ser la primera decisión por parte del productor al planificar el cultivo. El avance de las etapas fenológicas de un grupo de madurez depende de la temperatura (T°) y del fotoperiodo (FP). Los materiales largos son más sensibles al FP por lo tanto se utilizan a medida que disminuye la latitud y aumenta la estación libre de heladas. Por el contrario, los materiales cortos son menos sensibles al FP y dependen más de la T°. Así los grupos de madurez (GM) más altos se ubican más hacia el norte y van disminuyendo hacia el sur del área agrícola donde cobran relevancia los GM más bajos.
Por otro lado, en las fechas de siembra habituales y en similares condiciones ambientales, la duración de la etapa siembra-floración es más larga cuanto mayor es el número del GM. Todos los cultivares de soja reducen sus días de emergencia a madurez con el atraso en la fecha de siembra. Por lo tanto, resulta claro que en el cultivo de soja la elección de la fecha de siembra asociado al GM elegido tendrá un alto impacto en la determinación del rendimiento potencial; ya que su combinación determina la fecha en que transcurrirá el período crítico del cultivo.
El cultivo de soja presenta el mayor porcentaje de adopción de siembra directa de los principales cultivos de grano del país. En la campaña 2019/20 su adopción fue del 93%, 1 % menor a la campaña 2018/19. Uno de los principales motivos de dicha disminución se debe a la utilización de labranza convencional para el manejo de malezas resistentes (por ejemplo: nabo y rama negra). El 93% nacional de adopción de siembra directa se compone de un 92% en soja de primera y un 94% en soja de segunda.
La densidad óptima de un cultivo se define como el número mínimo de plantas que permite alcanzar los máximos rendimientos. Para las diferentes zonas del país la densidad de plantas en soja varía según ambiente y fecha de siembra. La densidad promedio nacional de soja fue 67 Kg semilla/Ha en la campaña 2019/20.
De manera desagregada, la densidad en soja de primera fue de 66 Kg semilla/Ha, y de 69 Kg semilla/Ha en la de segunda. Al atrasar la fecha de siembra, la soja de segunda presenta menor crecimiento vegetativo, por lo tanto se tiende a utilizar mayores densidades para compensar el menor tamaño de plantas. La soja es un cultivo que se limita por recursos, por tal motivo es fundamental ajustar la distribución espacial en el lote.
Un tema a tener en cuenta es el manejo adecuado de la nutrición y fertilización de cultivos que permite mejorar el balance de nutrientes en el suelo, mejorar la respuesta en rendimiento y aumentar el nivel de proteína en el grano. El promedio nacional de fertilización fosfatada en soja fue de 11 Kg / Ha en la campaña 2019/20, observándose un incremento de 2 Kg/Ha con respecto a la campaña anterior. Esto se explica principalmente por el aumento en las dosis aplicadas en la mayoría de las regiones. La fertilización azufrada en soja, proveniente de fuentes azufradas más fosfatadas, presentó un promedio nacional de 5 Kg/Ha, similar a la campaña pasada. Los valores más bajos se ubicaron en el NEA Este, Cuenca del Salado y en el Sur de la provincia de Buenos Aires. Por otro lado, NOA, zona núcleo y norte de Córdoba presentaron la dosis más alta de 6 Kg/Ha.
Estos elementos son importantes debido a que en condiciones de estrés le brindan al cultivo un carácter protector. Una deficiencia de estos puede afectar la formación del área foliar y, por lo tanto, disminuir la cantidad de radiación acumulada, su crecimiento y la producción de los foto asimilados; repercutiendo negativamente en el estado general del cultivo.
Sobre este cultivo el cono sur americano tiene una amplísima experiencia por lo cual lidera la producción mundial con Brasil a la cabeza junto con el complejo agroindustrial procesador Argentino que es más grande del mundo ubicado sobre el río Paraná y aledaños.