Una serie de eventos desafortunados llevaron a Flavio Musmanno a vivir una situación terrible. El marplatense, que se fue a vivir a Estados Unidos hace 18 años en busca de un pejor porvenir, perdió su billetera y el hombre que la encontró lo llamó para devolvérsela, pero a la par montó un operativo para detenerlo. Se trataba de un agente de Migraciones, que notó que sus papeles no estaban en regla.
En el año 2000, la familia de Musmanno tenía un mercado de barrio en Mar del Plata pero ante la crisis tuvo que cerrar. Una noche, alguien les incendió el local (el hombre cree que fue intencional, ya que solían fiar la mercadería). No les quedó nada y, con los índices de desempleo en lo más alto, Flavio decidió irse del país. "Fue la alternativa que encontré para ayudar a mis padres", le cuenta a Clarín.
Con 26 años llegó a Miami y consiguió su primer empleo en una fábrica de ropa. Allí conoció a Fabiana, una cordobesa con la que se casó. "Un tiempo después estábamos viviendo juntos, pero ella no estaba bien. Yo veía que no estaba satisfecha del todo, que algo le pasaba, y un día le pregunté: me contó que en Córdoba habían quedado sus tres hijas", recuerda.
Las niñas tenían 6, 12 y 15 años. Al enterarse Flavio armó una colecta entre argentinos, uruguayos y los dueños de la fábrica -que eran cubanos- y juntó el dinero necesario para los pasajes de las pequeñas y de la suegra de la mujer, que fue la responsable de traerlas en el avión. Luego, ambos tuvieron a Francisco, quien hoy tiene 16 años.
Actualmente, Fabiana trabaja como masajista terapéutica, todos sus hijos estudian y Flavio hace trabajos de remodelación en obras. "Como en Miami hay mucha competencia, está más difícil, se paga menos, por eso busqué en otros lugares y me fui a Ohio", le cuenta a Clarín. El 28 de agosto, día en que perdió la billetera, después de la jornada de trabajo en la construcción de un mercado, él y su compañero venezolano se detuvieron a comer en un parador de la ruta.
Al retomar la ruta recibió un llamado. "¿Estoy hablando con Flavio Musmanno? Porque tengo su cartera, la he encontrado en...", oyó en perfecto español. "'Todavía hay gente buena', pensé, y arreglé con esa persona para encontrarnos en el mismo lugar", recuerda. Pero su percepción cambió cuando llegó al punto de encuentro y fue emboscado, el hombre que lo había llamado era un agente de Migraciones y lo acompañaba un Policía. Cuatro horas después, fue trasladado a la cárcel del condado de Seneca, en Ohio, donde pasó un mes y medio detenido.
Lo dejaron hacer una llamada a su familia, que enseguida comenzó los tramites para sacarlo de allí. "Pero una abogada, tras cobrar U$S 2.500, nos estafó, no hizo nada", explica. Con el tiempo pisándole los talones, contrataron a otra abogada, que aunque les cobró U$S 5.000, nada pudo hacer contra la decisión que al parecer ya había tomado el agente que llevaba la causa. "Quería mi pasaporte. Lo usual es retenerlo hasta que uno regulariza su estatus, y dio su palabra de que era lo que iba a hacer. Pero cuando lo tuvo en sus manos, me deportó". Musmanno no tiene antecedentes de ningún tipo, su mujer e hijo son ciudadanos estadounidenses y él es sostén de familia. Nada de eso fue tomado en cuenta.
"Fue terrible la última semana, cuando ya sabía que me deportaban; lloré mucho, no dormí, me arrancaban de mi familia. No me dejaron ni siquiera despedirme de mi hijo: fue con un teléfono y con un vidrio de por medio. Como si fuera un delincuente", recuerda. Sin embargo, aclara que la policía no lo maltrató y que está agradecido con el país que eligió con su mujer para criar a sus hijos: "Eso no lo cambia la decisión errada de ese hombre que me arruinó la vida".
Para regresar legalmente al país tiene que hacer un trámite que puede llevarle dos años y que cuesta unos U$S 15.000. Para eso, lanzó una campaña en el sitio Go Fund me que ya lleva reunidos U$S 3.600.
Ahora Flavio está viviendo en su Mar del Plata natal, en un barrio de la periferia del puerto, junto a su mamá de 80 años y a sus dos hermanas. Pero extraña a su familia. "Sueño con mi hijo, con mis nietos, y con llegar al aeropuerto de Miami y ver ahí a toda mi familia esperándome. Sueño con ese abrazo", reconoce.