Tolcachir: La militancia del teatro es ponerse en el lugar del otro

Escribe, dirige, y ahora actúa en cine. Es el alma del espacio Timbre 4 y quien construyó una fascinante mecánica teatral que le permite una vigencia fuera de lo común. Espero haber podido contribuir a la dignidad de nuestro oficio, anhela.

Tolcachir: La militancia del teatro es ponerse en el lugar del otro
Tolcachir

Por Javier Firpo

Hay gente que está tocada por la varita mágica sin hacer demasiado y hay otra que arriesga, que apuesta, que pierde pero invierte, y que alimenta su estado de gracia. Es lo que sucede con Claudio Tolcachir, el autor, director y actor, alma máter de Timbre 4, "la masía" del teatro independiente, quien atraviesa un presente personal y profesional de ensueño. El aspecto personal lo dejaremos para otra ocasión, cuando él decida "contarlo"; mientras que el profesional tiene tantos tentáculos que admira y sorprende a la vez.

Es que hablar del Tolcachir actor no es habitual, menos en el mundo del cine, y ni que hablar que él viaje a acompañar a una película a un festival. Se trata de “Una especie de familia”, película de Diego Lerman, que se estrena el 14 de septiembre en Buenos Aires, pero antes tendrá su desembarco mundial en Toronto y luego competirá oficialmente en San Sebastián, adonde viajará Tolcachir. “Fue una experiencia alucinante y fuera de lo común para mí. Encarno a Mariano, el marido de la protagonista (Bárbara Lenine), quienes encararon la adopción de un bebé en Misiones, pero en el medio de ese proceso la pareja se separa. La película mezcla el amor y el dolor de una pareja quebrada, el deseo por ese hijo y la frustración de un procedimiento complejo”, relata emocionado Claudio, quien además está chocho con lo bien que está funcionando “Próximo”, esa historia de un amor cibernético, que escribió y dirige en ese espacio de Boedo, que crece a mansalva pero sin llegar a su techo.

¿Cuál fue el disparador de "Próximo?

Una imagen que tuve... La de dos actores en un escenario, muy cerca uno del otro, mirando sus computadoras y creando la ilusión de estar a miles de kilómetros de distancia. Este desafío teatral de jugar con la fe del espectador, crear distancia a pesar de la cercanía, esta impotencia de sentirlos tan cerca y no poder tocarse me pareció excitante.

¿Tuviste esa vivencia personal?

Seguramente me vi afectado por estar lejos de casa, desarrollando una afectividad con el cuerpo ausente, cenando por Skype, acompañando la operación de mi padre, el nacimiento de mi sobrino. Esa extraña sensación que nos permite hoy la tecnología de sentir por instantes que estás realmente en otro lado...

¿La soledad es producto de que se está cada vez más encerrado en el mundo virtual?

No creo que la soledad sea un producto de nuestro tiempo, lo que sí es nuevo son las maneras que tenemos de atravesar esa soledad. Hoy de pronto se tiene acceso a otro tipo de vínculos, más allá de lo que nos rodea. El límite se expandió, y eso es maravilloso y al mismo tiempo abismal.

¿Se tiende a minimizar las relaciones por internet?

Siempre uno tiende a juzgar los vínculos virtuales como necesariamente superficiales y falsos. Y es un error.

¿Podés enamorarte de alguien a la distancia, a quien nunca tocaste?

Es una pregunta que interpela ciertos prejuicios y que nos interesaba discutir en un escenario, como sucede...

"Próximo" es tu sexta obra. ¿Cuánto ha crecido el autor?

Sin duda el autor es mi parte menos civilizada, la más intuitiva. No me considero autor como oficio y realmente no se cuanto más escribiré. De hecho pensé que no volvería a hacerlo. Pero me propuse ser fiel a lo que quiero crear, sin concesiones.

"Dínamo", "Tercer cuerpo", "La omisión de los Coleman". El tema de la (in) comunicación es como un fetiche. ¿A qué se debe, suponés?

Me toca en muchos planos. Cuando un ser se siente marginado del mundo y no encuentra su lugar, cuando alguien es incapaz de registrar al otro, cuando sentimos que la vida sigue y podría seguir tranquilamente sin nosotros. El mundo es demasiado doloroso e inexplicable y genera en nosotros -como reacción- la desconexión, el no registro. La militancia del teatro creo que tiene que ver con intentar ponerse en el lugar del prójimo.

¿Qué es Timbre 4 en el circuito teatral?

Para mí es el mejor lugar del mundo para trabajar: hay disciplina, alegría, pasión, compromiso, riesgo, amor, curiosidad. Todo lo que necesito del mundo esta ahí, con esa gente. No tenemos una misión ni un objetivo. Intentamos hacer las cosas de la manera en que nos gusta, a mucha gente Timbre 4 le hace bien. Veo a mis compañeros crecer y realizarse, perdernos, apagarnos, volvernos a encender. Es un milagro un lugar que puede esperarte cuando no podés moverte, cuando estas cambiando la piel.

¿Hay otras salas que hablen el idioma de tu sala de Boedo?

Hay algunas, no muchas: El Ensamble de Banfield tiene, sin duda, un espíritu muy potente; el Sportivo Teatral lo mismo. También Moscú Teatro. Hablo de la conjunción de un espacio de exhibición, que al mismo tiempo sea de formación y de equipo de trabajo.

¿Cómo imaginás Timbre 4 cuando vos ya no estés?

Deseo que sea un lugar vivo, excitante y con nuestros hijos inventando sus cosas. Pero sobre todo espero haber podido contribuir a la dignidad de nuestro oficio.