Hace 10, la brecha entre el consumo de carne y pollo superaba los 25 kilos, a favor del asado y el bife. Los argentinos comían más de 70 kilos anuales de cortes bovinos y algo más de 40 kilos por persona de pechuga, pata y muslo.
En 2020, esa brecha se evaporó y el consumo per cápita de pollo alcanzó al de carne, ambos en 50 kilos por habitante al año.
En la Argentina en 1960 el consumo de carnes totales era de cerca de 100 kilos, más del 90% de vacuna, ahora es del 42%. “El pollo en aquel momento era misceláneo, aún no se había desarrollado la avicultura industrial. La otra cadena que avanzó fue la del cerdo, que se consumía casi todo como fiambres. Hoy, en fresco son un 15%”, explica Fernando Vilella, ingeniero agrónomo y director del Programa de Agronegocios y Alimentos y profesor a cargo de la Cátedra de Agronegocios, ambos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
A nivel global, el pollo es la carne más producida desde hace un par de años. Además de su mayor tasa de incremento hubo una baja en la producción de cerdo a partir de la fiebre porcina africana en China y otros países.
La cadena avícola cerró el 2019 con una producción de 2.400.000 toneladas y planificaban, en la Mesa de Carnes, un crecimiento de entre un 2,5% y un 3% en el 2020. La idea era destinar este aumento al mercado global: en 2019, se habían exportado 275.000 toneladas y el objetivo era embarcar 300.000 toneladas en 2020.
Pero la pandemia arrasó con esa proyección y se exportaron entre 20.000 y 17.000 toneladas mensuales. Por eso ahora estiman que las exportaciones del 2020 van a rondar las 245.000 toneladas. Son 30.000 toneladas menos que el año pasado que se están volcando al mercado interno.
Los kilos adicionales que se consumen a nivel doméstico saturaron el mercado local y deprimieron los precios. “Incluso estamos vendiendo a un valor inferior al que nos autoriza la Secretaría de Comercio”, aseguró Domenech.
Otro punto que complica a las granjas es el fuerte aumento en la cotización de la soja y el maíz, que representa el 90% del alimento balanceado y el 70% del costo de producción de un pollo.